Sócrates, Covid-19 y fintech: lección aprendida

Por: Marcelo De Fuentes, Fundador y Director General de FUNDARY.

Atenas, Grecia en algún momento del siglo V antes de nuestra era y frente al mercado que se ponía todos los miércoles, un grupo de parroquianos escuchan con atención cómo un hombre regordete, de densa barba, ojos saltones y estatura superior al promedio, sostiene una interlocución con uno de los asistentes; el diálogo versaba más o menos así:

Parroquiano: “Yo creo que los que definen las convenciones de lo que está bien y mal son los hombres débiles y es por eso por lo que cuando alguien de mayor fuerza e inteligencia acapara más que los demás lo califican como un acto de injusticia y con esto intentan equilibrar su inferioridad. Para mí, es natural y justo que el fuerte mande sobre el débil y, por ende, tenga más”

Sócrates: “Entonces,¿es lo mismo ser más poderoso que ser mejor?, ¿acaso la igualdad no es algo que todos quisiéramos como una mejor forma de vivir?

Parroquiano: “Bueno, no siempre es así, pero la naturaleza no se equivoca”

Sócrates: ¿Y cómo podría querer igualdad quien tiene el poder si eso va en contra de sí mismo?

Lo anterior es un breve y, sin lugar a duda, burdo extracto del diálogo entre Sócrates y Calicles, político y filósofo (Diálogos de Platón), que permite entender lo que se conoce como el método mayéutico, en el que el maestro, en vez de contestar directamente una pregunta bajo su propio punto de vista, va llevando al alumno a dilucidar la respuesta fingiendo el primero desconocimiento e, incluso, hasta cierta torpeza (a esto último se le conoce como ironía socrática).

Ciudad de México, año 2020. Sorpresivamente, sin mayor preámbulo y con contundencia abrumadora, se presenta ante nosotros la pandemia del Coronavirus; al principio irrelevante y lejana, pero en pocos días nos muestra su furia y nos deja claro que muchos aspectos de nuestra vida no volverán a ser como de costumbre. No nos dice qué ni cómo cambiará, pero bajo el más puro método mayéutico, nos lleva a reflexionar para que encontremos las respuestas que guiarán nuestro actuar.

En pleno siglo XXI, acudir a una sucursal bancaria, con todo lo que esto implica en términos de seguridad, ¿hace sentido?

¿Son los cajeros automáticos lo mejor que puede hacer un banco por nosotros?

¿En serio debemos pagar comisiones por servicios que no tienen ningún costo para la institución?

¿Es lógico que en un país como el nuestro que tiene una inclusión financiera apenas superior al 40%, los bancos reporten las utilidades más abultadas del mundo?

¿Acaso esto no significa que pocos pagan mucho por algo malo?

¿En verdad una micro o pequeña empresa debe esperar meses para saber si tiene acceso a un crédito cuando necesita los recursos para no perder una oportunidad de negocio inmediata?

Así un sinfín de cuestionamientos que muy probablemente no hubieran llegado a nosotros por haber aceptado la costumbre como normalidad (por cierto, materia también de muchas de las enseñanzas de Sócrates plasmadas en “Los Diálogos” de Platón). Pero hoy, las circunstancias económicas han despertado en la sociedad el racional que no acepta sofismos insostenibles ante una lógica por demás básica:

¿Acaso la tecnología aplicada a servicios financieros no debería hacerlos más eficientes, baratos y asequibles, máxime en un momento en el que las empresas pasarán por restricciones de liquidez como jamás en su historia?

Hoy es tiempo de que alcemos la voz y digamos ¡basta!; México necesita con urgencia que el gobierno impulse al sector fintech para fungir como contrapeso ante lo que, a todas luces, hoy no satisface las necesidades de una nueva realidad. Es momento de dejar de lado la retórica sofista para actuar con la contundencia con la que hemos sido golpeados, no por la pandemia, sino por la incapacidad de quienes tienen la obligación de atajarla. Queda en nosotros como sociedad el decidir si queremos resultados distintos haciendo lo mismo, o si damos oportunidad a una nueva forma de hacer y manejar las finanzas.

¡Gracias Maestro: lección aprendida!