¿Disputa entre concesionarios de W Radio o por la defensa de la Ley Federal de Radio y TV?

 

El día de ayer en la noche, medios capitalinos dieron a conocer que el empresario Miguel Alemán Magnani tomó el control del consejo de administración del Sistema Radiópolis. Esto nos motiva a recordar un poco de la historia de este grupo radiofónico.


¿Disputa entre concesionarios de W Radio o por la defensa de la Ley Federal de Radio y TV?
Imagen de Olga Kolbakova para Shutterstock

En octubre de 2001 Televisa y el grupo español PRISA se asociaron para compartir la propiedad de Televisa Radio. Acordaron que Televisa se encargaría de la administración y PRISA de los contenidos.

Esa asociación se dio a conocer en Madrid, España el 14 de octubre de 2001, durante la visita del entonces presidente de Vicente Fox a ese país, por los propietarios de PRISA y Televisa, en donde formalizaron la incursión del grupo mediático español en la radio mexicana.

En ese entonces, se desconoció la restricción que la ley mexicana impone al capital extranjero en la radio y la TV. Ya que el artículo 31 de la Ley Federal de Radio y Televisión en su inciso IV establece como causa de revocación de las concesiones:

‘Enajenar, ceder o transferir, hipotecar, dar en garantía o en fideicomiso o gravar de cualquier modo, íntegra o parcialmente, la concesión y los derechos derivados de ella, el equipo transmisor, o los bienes afectos a su actividad, al gobierno empresa o individuo extranjeros, o admitirlo como socios de una negociación concesionaria.’

Es decir, en 2001 hubo una violación a la Ley Federal de Radio y Televisión.

Es de dominio público que en julio de 2019 Televisa vendió su parte de Radiópolis, -anteriormente denominada Televisa Radio- al Grupo Coral, perteneciente a la familia Alemán Magnani, sin mencionar o modificar el acuerdo que se había pactado con PRISA, mediante el cual tiene el derecho de manejar los contenidos como lo venía haciendo el grupo español.

La familia Alemán no pudo cumplir con el primer pago acordado a unos días de haber pronunciado su interés de compra, y poco antes de que se cancelara el trato, dió a conocer haberse asociado a los inversionistas Teresa Pasini, -esposa del exbanquero Carlos Cabal Peniche-, Samantha del Valle, -hija de Alejandro del Valle-, y Rosa Ma. Rubio, -esposa de Carlos Aguirre, quien fuera director de Grupo Radio Centro en 2013-, para efectuar la compra de Radiópolis.

Con el apoyo de los nuevos inversores se logró pagar los MN$1.2 millardos por el 50% de las estaciones de Radiópolis y el pago del dividendo por MN$285.6 millones.

Hace poco, los nuevos co-propietarios de Radiópolis dieron a conocer su derecho como grupo empresario mexicano, a tener el control de las emisoras les corresponde. Sin embargo,  los defensores de la  transacción que hizo Televisa y PRISA en 2001 alegan que dicha asociación está amparada por una disposición que establece la Ley de Inversiones Extranjeras, en la cual se establece el concepto de “inversión neutra”, y que permite la inversión pero no la participación en decisiones determinantes.

En realidad, el concepto de “inversión neutra” es utilizada como un subterfugio que algunas veces se usa para eludir disposiciones. En algunas ramas de la economía se ha recurrido a este recurso para abrir la participación de la inversión extranjera en el país,  pero en realidad, no debería considerarse válida para la radio o la TV, por lo que establece Ley Federal de Radio y Televisión.
Por la distorsión exagerada de la Ley Federal de Radio y Televisión, y su inversión, PRISA demanda tener derecho al manejo de la programación, y a  tener la responsabilidad de designar a los directores de las emisoras, con lo cual está dejando claro, que en realidad en su inversión no ha habido neutralidad alguna en las estaciones de radio que ha manejado desde el 2001, y que se ha violado la Ley que defiende la soberanía de la radio y la TV.

En opinión  del Dr. Raúl Trejo Delabre, investigador y especialista en medios de comunicación, los intereses violentados por este convenio, no solo se dan en esta ocasión, sino mucho antes, y a la misma industria de la radiodifusión mexicana, cuando el entonces presidente Fox, avalara la asociación de PRISA y Televisa para la radiodifusión.

Y pese a la inconformidad que expusieron algunos radiodifusores en ese entonces, Fox se pasó por el arco del triunfo dicha Ley, un ejemplo de esto, fue lo expresado por el propio dirigente saliente de los radiodifusores, Joaquín Vargas Guajardo, quien citó en su discurso de despedida a ese cargo, por qué había: “la necesidad estratégica de mantener el control de la industria de la radio y la TV en manos de mexicanos”.

Habría que hacer nuevamente una revisión de lo que establece la Ley Federal de Radio y Televisión en materia de concesiones, para identificar si hay o no, una interpretación dolosamente torcida acerca del derecho del capital extranjero sobre los medios electrónicos, y si se quebranta o no las limitaciones expresas que la legislación de los medios electrónicos establece para el capital foráneo.

Cabe destacar, que en España un extranjero no puede ser propietario de más del 25% de una empresa de radiodifusión. ¿Por qué no puede aplicar esto en México?

¿Litigio por la defensa de la Ley Federal de Radio y TV o por no respetar las garantías de inversionistas foráneos?

Si el litigio radica en la interpretación del acuerdo entre PRISA y Televisa firmado en el 2001 y  la actual Ley, que ahora admite inversión foránea superior al 49% en radiodifusión, siempre y cuando haya reciprocidad en el país de origen del inversionista, se podría prever cuál sería la resolución.

Las críticas mordaces sobre el actuar de los nuevos copropietarios de Radiópolis de tomar sus instalaciones, para hacer valer su derecho, están a la orden del día, cuando en realidad ha sido un proceder ya común en el país, recordemos como ocurrió cuando TV Azteca en diciembre del 2002, tomó con violencia las instalaciones del canal 40.

Independientemente de cuál pueda ser el desenlace, mientras el litigio continua su proceso, se afectan los derechos de las audiencias y se ponen en riesgo espacios para el análisis y la crítica del acontecer de la realidad nacional, que tanta falta nos hacen para seguir avanzando.

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