El negocio está cambiando vertiginosamente y a velocidades inusitadas. La crisis sanitaria desatada por el COVID-19 no hizo sino agilizar la siguiente etapa de la revolución digital: la adopción forzada de la tecnología para poder continuar con todas las actividades diarias se extendió a más segmentos, a más industrias, a más personas y aceleró en pocos meses lo que tendría que haber sucedido en un par de años.