El marketing y el terror han caminado de la mano desde hace mucho tiempo en el buen sentido de la palabra, porque, en el mal sentido, el miedo ha sido usado para vender.
Cuando hay un terremoto, las compañías de seguros aprovechan para ofrecer seguros de casas y edificios; luego de que surgió la epidemia de influenza, se vendían cubre bocas y gel antibacterias a costa de explotar el terror. Esto es muy interesante porque precisamente lo que buscan la publicidad y mercadotecnia es conectar con el consumidor en los sentidos más básicos, como el amor y el terror.