El chiste no se cuenta solo: storytelling
Por Fernando Famanía, CO-CEO de ifahto, @FerFamania
Ya en colaboraciones anteriores hemos platicado sobre la renuencia del consumidor a ser “utilizado” por las marcas, a ser visto simplemente como el ser influenciable al que podemos sacarle dinero. Desde el principio, la comunicación del ser humano ha satisfecho no solo el menester de compartir sus necesidades básicas, sino la trascendencia y el intercambio de sentimientos, momentos o anécdotas, es decir, de historias. ¿Por qué nos sigue pareciendo
tan difícil incorporarlo a la hora de vender?
¿Cuáles son los comerciales más esperados del año? Exacto… los del Super Bowl, y ¿qué tienen la mayoría de ellos en común? ¡Historias! Ya sea para anunciar autos, bebidas, snacks, alimentos o el producto que queramos imaginar; de manera cómica o sentimentaloide, son historias lo que nos venden y la realidad es que a todos (o por lo menos a la mayoría) nos gustan.
Estudios han demostrado que las historias tienen un alto impacto neurológico en el ser humano dependiendo de su contenido: aquellas con final feliz, por ejemplo, hacen que nuestro sistema límbico se active y produzca dopamina, lo que se traduce en una sensación de bienestar, esperanza y felicidad, mientras que el clímax estresante de un argumento causa que aumente la producción de cortisol y así nos mantengamos concentrados en lo que estamos viendo.
Para resaltar su importancia, a continuación, algunas de las ventajas adicionales del storytelling:
1. Las historias se propagan de viva voz. Es más fácil recordar una historia que causó un vínculo emocional del tipo que sea, que las propiedades de un producto que no se ha probado, lo cual genera que la gente recuerde y hable al respecto, propagando sin quererlo nuestro mensaje.
2. Crean una mayor conexión con el target. Al dar rostro y sentido a la marca o producto en cuestión, estimulamos al público a dejar de percibirla con la frialdad y el anonimato al que estamos acostumbrados.
3. Refuerza los facts y beneficios de la marca. Al contextualizar en una historia la información que deseamos transmitir, resulta mucho más digerible y recordable por asociación.
4. Amamos las historias. Lo tenemos comprobado desde pequeños, cuando pedíamos que nos leyeran o contaran una y otra vez el mismo cuento. Nos encanta enterarnos de cosas y poderlas transmitir, así que pongámoslo en práctica.
Las opciones son tan vastas que van desde la simplicidad de contar el proceso detrás de la creación de una compañía, marca o producto; los obstáculos que hemos tenido que superar o la inspiración con la que lo hacemos; hasta cortometrajes que toquen las fibras más sensibles del público o lo hagan reír a carcajadas, todo depende de las necesidades del cliente y, por supuesto, de tu creatividad.
Aunque contar historias parezca anticuado, es justo lo entrañable de sentirnos parte de los momentos de alguien más lo que hace que sean irresistibles y puedan resultar en una inspiración para actuar de tal o cual manera, más allá del conocimiento de datos relevantes.
Así que, amigos de la industria, empecemos a emplear más el storytelling pues, en nuestro caso, el chiste no se cuenta solo…