Microbiota sana, clave en la transición epidemiológica del siglo XXI

Una reducida exposición al aire libre y un mayor contacto con materiales industriales en las viviendas, con productos de limpieza y desinfectantes, entre otros, impactan a gran escala en la composición de nuestra microbiota, lo que en parte explicaría la actual transición epidemiológica de enfermedades infecciosas a enfermedades no transmisibles, de acuerdo al estudio “Home Chemical and Microbial Transitions Across Urbanization”. Nature Microbiology, 2020.


Microbiota sana, clave en la transición epidemiológica del siglo XXI
Imagen de Alpha Tauri 3D Graphics para Shutterstock

La pérdida del contacto con la naturaleza y la higiene a ultranza reducen la diversidad de la microbiota, lo que podría propiciar el incremento de enfermedades metabólicas y autoinmunes.

Un equipo de investigadores estadounidenses investigaron las características químicas y microbianas de casas y habitantes de cuatro localidades de la Amazonía, seleccionadas de acuerdo con un criterio de urbanización creciente —Checherta, una aldea en medio de la selva; Puerto Almendra, un pueblo rural; Iquitos, una ciudad mediana, y Manaos, una metrópoli—,y mostraron las consecuencias culturales y de salud que tiene para los grupos humanos vivir en estos diferentes entornos.

La urbanización representa un cambio importante respecto de los estilos de vida tradicionales. En la actualidad, más de 50% de la población a nivel global es urbana y, para 2050, la proporción superará el 66%.

Las enfermedades metabólicas y autoinmunes han aumentado en paralelo con estos cambios de estilo de vida y la diversidad de microbiota humana ha disminuido. Entre estos cambios se encuentra dieta, desarrollo y densidad de los asentamientos, arquitectura, exposición al medio ambiente y contacto con animales, parásitos y bienes de consumo, detalla el estudio “Home Chemical and Microbial Transitions Across Urbanization.

El análisis de las sustancias químicas y microorganismos presentes en las paredes de las viviendas, los suelos, las camas y las mesas, así como el de las microbiotas de sus habitantes (piel, nariz, boca e intestino) y sus mascotas, permitió a los investigadores demostrar que los perfiles microbianos eran muy variados entre los diferentes lugares.

En las ciudades, las casas se caracterizaron por la presencia de sustancias químicas derivadas de medicamentos, detergentes y geles de baño. También se encontraron en ellas más levaduras, probablemente debido a las condiciones propicias para su desarrollo (más calefacción, menos luz natural, mayor concentración de CO2) y a su menor sensibilidad a los antimicrobianos. Por último, se observaron más bacterias de origen cutáneo y menos microorganismos de origen ambiental.

En los individuos, no solo la urbanización sino también al mejorar el nivel de vida se acompaña de una disminución de la diversidad de los microorganismos. Según los autores, estos resultados esclarecen las relaciones funcionales entre estilo de vida, microbiota y salud. Por lo tanto, nuestra microbiota y nuestras viviendas ganarían mucho si estuvieran más en contacto con los microbios del medio exterior y con materiales de origen natural, concluye el Biocodex Microbiota Institute.

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