La complacencia no es opción en el nuevo orden mundial

Por Alejandro Toiber, Country Manager de Xepelin México

La noticia de la prórroga arancelaria trajo un suspiro de alivio. El conflicto comercial global se aplaza 90 días, pero para muchos en la industria de servicios, marketing, publicidad, tecnología creativa, esto suena lejano. “Eso es para el sector automotriz, no para nosotros”, se repite con ligereza. Y sin embargo, es exactamente esa lógica la que pone en riesgo a todo un ecosistema empresarial.

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Los aranceles son solo el síntoma visible de una economía global en tensión. Y México, aunque protegido en parte por el T-MEC, no es inmune. Lo que parece un tema de manufactura, impacta de forma indirecta, pero contundente, a sectores que dependen de infraestructura digital, proveedores internacionales o clientes con exposición global. Pensar que una agencia creativa no será afectada por los cambios en las reglas del comercio exterior es, en el mejor de los casos, ingenuo.

La dependencia tecnológica es uno de los puntos ciegos más relevantes. Plataformas como Amazon Web Services, herramientas de inteligencia artificial, sistemas de análisis en la nube... todos estos servicios tienen costos atados a cadenas de suministro globales. Un aumento arancelario en componentes electrónicos puede traducirse en ajustes tarifarios que, inevitablemente, llegarán a las agencias vía factura. Y eso es apenas el inicio.

El 67% de las pymes mexicanas importa insumos, directa o indirectamente. Si sus márgenes se estrechan, recortarán presupuestos, reducirán campañas y renegociarán plazos. El impacto será en cascada. No hay burbujas en la economía digital: todo está conectado. Desde la producción de materiales POP hasta la creación de contenido para marcas globales, cualquier retraso o encarecimiento en insumos puede comprometer campañas enteras.

Los 90 días de gracia no deben confundirse con una solución. Son una cuenta regresiva. Es tiempo de identificar vulnerabilidades operativas, de entender cómo se vería afectado un cliente si sus productos enfrentan un arancel del 25%, de anticipar escenarios y redibujar la propuesta de valor. En lugar de seguir vendiendo alcance o creatividad abstracta, habrá que hablar de ROI, de resiliencia, de campañas que se sostienen aun cuando las reglas cambian.

La tecnología no es un lujo, es un escudo. Herramientas como las que desarrollamos en Xepelin permiten monitorear flujos y automatizar procesos para liberar recursos estratégicos. Estudios indican que muchas agencias enfrentan desafíos para mantener márgenes de utilidad saludables debido a factores como la presión competitiva y la necesidad de ofrecer precios atractivos, así que , saber dónde se está parado financieramente ya no es buena práctica: es condición de supervivencia.

Benchmarking en tiempo real, financiamiento ajustado al flujo de cada empresa, indicadores comparativos del sector... eso es lo que diferencia a quienes resisten de quienes se desploman. No se trata solo de acceder a capital, sino de hacerlo con inteligencia: tasas hasta 40% más bajas que las tradicionales, líneas de crédito dinámicas y dashboards que muestran la salud financiera como un radar, no como un resumen trimestral.

No es exagerado decir que, en la economía de los aranceles, hasta un tuit puede redefinir un presupuesto. Por eso, los próximos 90 días no deben ser vistos como una prórroga, sino como una oportunidad estratégica. Diversificar cadenas, entender regulaciones, construir liquidez operativa... todo cuenta.

En Xepelin lo vemos a diario: las empresas que sobreviven no son necesariamente las más grandes, sino las que convierten los datos en decisiones audaces. En este nuevo orden, la complacencia no es opción. Prepararse es la única salida. Porque sin visibilidad financiera, hasta la mejor campaña se queda en storyboard.

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