Propiedad Intelectual e Internet, un binomio por el desarrollo

Por: Fernando Becerril*

 

Corrían los primeros años de la década de los 80’s y una gran cantidad de sucesos definieron el rumbo del camino que nuestra sociedad habría de recorrer.  La muerte de John Lennon así como los atentados contra Juan Pablo II y Ronald Reagan agitaban las páginas de los periódicos en esos años, de la misma forma en que lo hacía la larga Guerra Fría entre EUA y la Unión Soviética.  Se iniciaban las hostilidades por un pequeño archipiélago en el Atlántico Sur entre Inglaterra y Argentina y se daba a conocer que existía un virus que afectaba el sistema inmunológico de las personas que lo adquirían. 


Propiedad Intelectual e Internet, un binomio por el desarrollo

El SIDA se convirtió en una palabra que se insertó en la sociedad de forma sorprendentemente rápida, a la par, la primera mujer estadounidense viajaba al espacio.  Y así como hubo sucesos trágicos y dramáticos, también ocurrieron otros que, desde la óptica de la innovación tecnológica, redefinieron la forma en la que vemos a ese mundo y en el que la interacción que tenemos se encuentra hoy muy distante de la forma en la que se hacía, hace apenas 40 años.

Hace 40 años (casi exactamente) se daba a conocer una pequeña pieza de software que vendría a acercar en gran medida a la mayoría de la población a esos incipientes años del mundo digital.  Pac-Man aparecía en escena y unos cuantos meses después IBM lanzaba de manera comercial la primera computadora personal.  Así, la sociedad daba sus primeros pasos en la era de la informática, hasta ese momento, sólo reservada para las grandes industrias e instituciones académicas.

Pero como sociedad gregaria que somos, el tener equipos que operaban de manera independiente, si bien eran funcionales, no eran suficiente para satisfacer esas necesidades inherentes al ser humano de trabajar en equipo.  De manera paralela, durante los años de desarrollo de las primeras computadoras personales, se desarrolló tecnología que permitiera intercomunicar esos equipos.  Así, aún y cuando los primeros esfuerzos iniciaron a principios de la década de los años 60, no fue sino hasta 1981 en que se define el protocolo sobre el que se sustentó el crecimiento de la industria informática.  A partir de este hecho, hace su aparición por primera vez la palabra Internet, y con ello, las primeras redes de computadoras.

En los siguientes años el crecimiento de la conectividad informática fue incrementándose de manera consistente hasta que, 10 años después de que se utilizara el concepto de internet, se anuncia la World Wide Web (WWW), o como la conocemos, la web o simplemente la nube, que no es otra cosa que un sistema de distribución de documentos interconectados y accesibles a través de Internet.

En nuestra vida diaria estamos acostumbrados a usar de manera indistinta los términos Internet y Web, y aunque de manera formal no son lo mismo, hoy por hoy es prácticamente imposible desasociar ambos conceptos e imposible pensar en la existencia de uno sin el otro.

 

El inicio de una segunda revolución industrial

Para 1992 ya se estimaban cerca de un millón de computadoras conectadas y para algunos meses después aparecía el primer buscador de páginas web.  El paso estaba dado y la historia registró que, en ese momento, iniciaba una revolución industrial, tal vez la más grande de la humanidad hasta entonces. Ya el año pasado, el número de usuarios conectados a Internet llegó a los 4.1  millardos, lo que significa el 54% de la población mundial.  En México, el porcentaje de población estimado que se conecta a Internet está por arriba del promedio mundial.  En 2018 el número de mexicanos que se conectó a la red fue cerca del 66 por ciento de la población total del país.

Con el desarrollo de esta tecnología, casi todo ha cambiado a partir de esa fecha.  Hoy podemos darnos cuenta de manera clara que este adelanto tecnológico ha tenido un impacto sustancial en la forma en la que leemos, estudiamos, compramos, nos divertimos y nos informamos; pero también en que ha promovido y generado toda una tendencia en las formas de hacer negocios.  Este cambio de ecosistema de negocios también ha generado todo un reto para la protección de derechos de propiedad industrial y derechos de autor en los entornos digitales.

Es muy interesante ver cómo es que se ha desarrollado una nueva forma de hacer negocio en la generación millenial, en la que existe menos apego a las cosas y más entusiasmo por las experiencias.  Cuando aquellos que tenemos una formación más apegada a la cultura tradicional escuchamos la manera en que los jóvenes perciben el mundo, éste se vuelve absolutamente diferente al que nosotros percibimos.  Para esta generación de jóvenes emprendedores, lo importante es, además de que sea un negocio rentable, que disfruten lo que hacen y que lo que emprendan sea algo que les mantenga en un estado de constante interés.

Así pues, si bien es cierto que las cadenas productivas y las grandes industrias no pueden todavía dejar de existir en su forma tradicional, en la actualidad, nos sorprendemos día con día de las nuevas formas en que los jóvenes están viendo los negocios y que seguramente redefinirán todo el entorno empresarial en las siguientes décadas.

 

Digital, desarrollo de muchos nuevos negocios

Hoy, el tema digital es la base de desarrollo para muchos negocios. Empresas de base tecnológica están surgiendo de manera más rápida y con ello, el cuestionamiento de la forma en que los sistemas legales pueden ofrecer la seguridad jurídica que requieren.

Desde los productos que se “comercializan” pasando por campañas publicitarias y el uso a veces indiscriminado de marcas, hasta la publicación de slogans e imágenes (fotografías o dibujos) de terceros, representan un potencial activo que se debe proteger adecuadamente o bien, en el sentido contrario, considerarse un potencial activo que tiene, o puede tener, derechos reservados y que, por lo tanto, pudieran estarse violando si no se tiene el cuidado adecuado.  El hecho de que esté “en Internet” no significa que sea de dominio público y con posibilidad de uso indiscriminado. El derecho de autor toma una significativa relevancia cuando de contenidos se habla en el entorno digital.

Por otro lado, es claro que, en relación con innovación y tecnología, en el imaginario colectivo las llamadas “tecnologías de la información” son las que están más presentes en la actualidad. La telefonía móvil, el desarrollo de los dispositivos portátiles (teléfonos celulares inteligentes, tabletas y computadoras), las comunicaciones inalámbricas y, en general, de todo aquello que nos ofrezca la posibilidad de estar conectados de la forma en la que este siglo XXI nos ha acostumbrado.


Propiedad Intelectual e Internet, un binomio por el desarrollo

Asimismo, hablando de desarrollos informáticos en el mundo, hay cientos o miles de proyectos relacionados con la creación de apps para dispositivos; el procesamiento en “la nube”; diseños de interfaces gráficas de usuario; contenidos digitales en streaming; el comercio electrónico; plataformas de redes sociales y soluciones a la demanda creciente de la sociedad en materia de comunicación e interacción en el cyberespacio.

 

Más caminos para la sociedad

Hay muchos más caminos por donde la creatividad está llevando a la sociedad.  Hace pocos años todavía era ciencia ficción y sólo reservado para el cine, el vivir una vida en la que prácticamente todo estaba controlado por computadoras.  Ventanas que se adaptan a la luz y que pueden cambiar su tonalidad para tener transparencia o no, los electrodomésticos que monitorean sus propias condiciones de desempeño y solicitan ellos mismos su servicio de mantenimiento a través de Internet, la solicitud inteligente de víveres y suministros, vehículos que se desplazan de manera autónoma utilizando sistemas satelitales y tantas otras aplicaciones que, en la actualidad, día con día, se incorporan a nuestra vida cotidiana. 

Vienen a sumarse conceptos revolucionarios como blockchain, fintech, big data, inteligencia artificial, SaaS, IaaS, etc. que prometen generar una nueva revolución industrial y, es altamente probable que ya estemos haciendo uso de alguna de estas tecnologías sin siquiera habernos dado cuenta de ello.  Así las cosas, la ciencia ficción, en estricto sentido, dejó de serlo y la aplicación práctica de la misma es algo que ya estamos viviendo. El desarrollo de la informática, las telecomunicaciones y la capacidad de cómputo nos está llevando rápidamente a un mundo en el que prácticamente todo va a suceder en el etéreo mundo del Internet y en donde los derechos de propiedad industrial y derechos de autor tendrán aún mayor relevancia pues garantizarán, que, en primera instancia, los innovadores y creadores tengan los derechos de uso exclusivo sobre sus propias creaciones y en segundo lugar, permitirán continuar con el proceso de innovación y desarrollo tecnológico.

La contingencia sanitaria que actualmente estamos viviendo y la consecuente reducción de actividades presenciales, son una pequeña demostración de lo que podría ser un mundo con interacción virtual y trabajo a distancia, sin dejar de mencionar la educación en línea, los sistemas logísticos de entrega administrados por sistemas satelitales, comercio electrónico, y en general, todo aquello que tradicionalmente estábamos acostumbrados a vivir en el mundo físico.   Hoy este nuevo cotidiano es una realidad que hubiera sido muy difícil de concebir sin toda esa capacidad tecnológica que nos rodea.

Como se podrá suponer, todos estos temas representan un reto para los sistemas de protección de derechos de propiedad intelectual dado que la mayoría de las leyes de la materia no contemplan esquemas claros y definidos de manera precisa para la protección de muchas de estas tendencias tecnológicas.  Por ello, así como la tecnología se desarrolla y redefine paradigmas, de manera paralela debería desarrollarse un sistema jurídico adecuado que le ofrezca a los innovadores certeza jurídica sobre sus desarrollos, y a los usuarios la garantía de que aquello que están usando, consumiendo o contratando tenga la protección correspondiente.  Desafortunadamente, como sucede con frecuencia, el desarrollo tecnológico va adelantado a los sistemas jurídicos y hay vacíos de protección que deben corregirse.  De la misma forma en que se innova en tecnología, hay que hacerlo en sistemas legales.  Por ello, tenemos que ocuparnos, y rápido, por diseñar todas las reformas necesarias para cumplir con esquemas de protección adecuados a las necesidades de un mundo acelerado, creativo, interconectado y cada vez más dinámico.

 

* Fernando Becerril es socio senior de BC&B, firma consultora especializada en temas como propiedad intelectual, fiscales, legales, organizaciones, PyMES, y para las grandes corporaciones.

Version Digital NEO

Revista NEO 297

 


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