Coaching en la escuela, una herramienta para potenciar talentos
Natalia Tieso, Mg en Educación, responsable de desarrollo regional para América Latina del Bachillerato Internacional (IB)
Entusiasmo, expectativa y muchas incógnitas. En gran parte de la región, el ciclo lectivo 2021 comenzó con un torbellino de emociones para alumnos, padres y profesores. Por primera vez en la historia, nos estamos adaptando a las lecciones con tapabocas, los recreos con distanciamiento y los modelos híbridos: lo que no puede enseñarse presencialmente se da virtualmente. Mientras la comunidad recupera los espacios físicos perdidos en 2020, los líderes educativos tienen la compleja tarea de cuidar la salud de todos sin perder de vista los objetivos propuestos para el año.
Frente al pizarrón o un monitor, los equipos de trabajo necesitan sentirse motivados en un ambiente que fomente la confianza y el desarrollo personal y colectivo. En un contexto de tanta incertidumbre, conectarse con el propósito en el trabajo es el ancla para mantener el compromiso.
El coaching organizacional es un gran aliado para cumplir este objetivo. Esta disciplina se basa en la administración de recursos humanos, la psicología positiva y, más recientemente, en la neurociencia para ayudar a las personas a comprender cómo mantenerse encaminadas y alcanzar sus metas dentro de un contexto educativo. Combina elementos de la capacitación y el mentoring con una visión más estratégica y puede centrarse tanto en el corto como en el largo plazo, ayudando a que cada miembro de la organización sea más efectivo en su trabajo, conozca sus fortalezas y comprenda sus visiones profesionales a futuro.
Considero importante aclarar que el coaching no intenta dar todas las respuestas: como requiere un compromiso y una inversión de tiempo a mediano o largo plazo, no es tan efectivo si se buscan resultados instantáneos o en situaciones donde hay tomar la iniciativa e impulsar proyectos hacia adelante. Los líderes que aplican estas técnicas practican la escucha activa y hacen preguntas que fomentan la reflexión y la acción. Inician y guían conversaciones basadas en la confianza, para que cada miembro de la organización pueda sentirse reconocido, aprovechar mejor sus fortalezas y fortalecer sus relaciones con el resto del equipo.
Uno de los grandes recursos del coaching para generar estas conversaciones poderosas es el modelo Grow, que remite a un acrónimo en inglés de las palabras:
Goal (metas): busca reflexionar sobre las metas de desempeño, los problemas a resolver y las decisiones que tomar.
Reality (Realidad): apunta a tomar conciencia de la realidad, el alcance, el contexto y la magnitud de la situación existente.
Options (Opciones): se enfoca en definir las alternativas potenciales para lograr el éxito.
Will (voluntad): el último paso intenta desbloquear acciones, responsabilidades y obstáculos para poder establecer un plan de acción claro.
Estos cuatro conceptos son los pasos a seguir para hacer preguntas que resuelvan problemas y ayuden a tomar decisiones con mayor eficiencia, productividad y simplicidad.
Aplicar este modelo en la escuela es más sencillo de lo que parece. La próxima reunión con un docente, por ejemplo, puede comenzar con esta ronda de preguntas: ¿en qué le gustaría concentrarse esta semana?, ¿qué está sucediendo en este momento para llevar su progreso hacia la meta?, ¿qué posibilidades de acción están disponibles? y ¿cuáles son sus siguientes pasos? Cada pregunta remite a uno de los pasos que mencionamos arriba, logrando que primero se piense en el objetivo a alcanzar y luego en la realidad, las opciones y las próximas acciones para lograrlo. Al final de una sesión como esta, el líder debe resumir lo que se discutió y comprometerse a darle seguimiento.
Contrario a lo que puede pensarse, el coaching no tiene porque ser un compromiso fijo en el calendario. Las sesiones pueden generarse regularmente o darse en la sala de profesores, en la oficina o en el pasillo con un café. En vez de crear otra obligación en un mundo lleno de tareas pendientes, esta disciplina busca generar relaciones continuas e interactivas, con foco en la honestidad y la confianza.
Este año, como nunca, todos somos alumnos. Mientras nos acostumbramos a la nueva escuela, con el enorme esfuerzo y sacrificio que eso significa, hay un ejercicio simple pero poderoso que podemos poner en práctica: tener más en cuenta los pensamientos, sentimientos, talentos y objetivos del otro, para facilitar el camino que tenemos por delante.