¿Cómo ser un buen CEO de tu creatividad?

Por Guido Von Der Walde 

Head of development y socio de D14S

“Estaba en la ducha y me llegó una epifanía”, “hablando con un amigo se me ocurrió la solución”, “me estaba durmiendo y me levanté a anotar esta idea” ... No es magia, es tu cabeza haciendo el trabajo que tú mismo no sabías que le habías encomendado.

Imagina tu cerebro como un mundo lleno de espacios de brainstorming donde hay grupos de neuronas que, muy responsables, reciben todos tus problemas y se ponen a pelotear ideas para darles solución (En mi cabeza es como un wonderland lleno de Minions, pero cada uno… Si a ti se te antoja verlo como un sótano lúgubre con Storm Troopers, también cumple su cometido). 

Guido Von Der Walde
Cortesía

Todas esas veces que sentiste que de repente tuviste un momento Eureka o percibiste el instante en el que la Musa te visitó, en realidad es el fin de un extenso intercambio de ideas entre tus neuronas. Tu brief, consciente o inconsciente, generó una idea que conectó con otra que tuviste hace 2 años, más un recuerdo de tu niñez y una enseñanza de tu último libro y ¡zas! Encontraron una solución lo suficientemente buena para levantar la mano y decirte “¡estamos listas para presentarte nuestro pitch!”.

Las soluciones no surgen en ningún instante. Sin importar lo que estés haciendo, tu cerebro está ocupado todo el tiempo en el back office, debatiendo, generando caminos inesperados y encontrando soluciones entre los rincones más recónditos de tu mente. La creatividad, en su esencia, no es más que una conexión inesperada entre ideas que ya existían, pero que no se conocían entre sí. Tarde o temprano se encuentran y algo nuevo emerge.

Dicho así, pareciera que podríamos pedirle a nuestro cerebro que pensara lo que fuera e irnos de vacaciones a la playa a esperar la respuesta. Pero no, lamentablemente nos queda un rato de desarrollo de IA para que eso pueda suceder (era broma).

Nosotros tenemos un rol tan simple como fundamental en este pitch y es el de estar presentes cuando suceda.

Piensa en un Shark Tank. Cada idea generada por tus neuronas es como una startup lista para presentarse ante ti a ver si quieres invertirle. Están preparadas, tienen su propuesta lista, pero… ¿tienen toda tu atención, como el CEO de tus pensamientos?

Aunque las neuronas no siempre parecen comportarse de manera eficiente, tocan a tu puerta en el momento en que encuentran un hueco en tu acelerada agenda. Efectivamente pueden llegar cuando estás en el baño o discutiendo la trama de la última serie de Netflix, porque cualquier pensamiento o actividad puede detonar el momento del pitch. La clave es reconocer cuándo esas ideas están listas para ser expuestas y recibirlas, porque si las dejas pasar, podrías perder la oportunidad de oro.

Si esas neuronas entran a la sala de juntas de tu mente y te lanzan la propuesta "Invierte en esta idea, porque tiene potencial", pero tú estás atrapadx en tu propia rutina y no prestas atención, podrías simplemente dejarla pasar. Y esto ocurre mucho más de lo que crees.

En general estamos tan sumidos en el caos de las tareas cotidianas que olvidamos hacer una pausa, respirar y simplemente escuchar nuestros pensamientos. Si estamos presentes, podemos sintonizar con esas ideas que quieren ser escuchadas.

Lo que necesitas es parar y preguntarte: ¿qué ideas están esperando su turno? Así, en un estado de atención plena, tu mente se abre y permite que esas conexiones sucedan de manera más fluida. Es como si le diéramos a nuestras neuronas el espacio que necesitan para que su creatividad florezca, en lugar de apresurarlas a presentar un pitch forzado.

Suena lógico, pero no lo hacemos tanto. Subestimamos el poder de esos momentos de quietud. Permítete el tiempo y el espacio para escuchar lo que tu cabeza tiene para decirte. Si te mantienes abiertx y atentx, no solo reconocerás esas ideas brillantes cuando se presenten, sino que también tendrás la oportunidad de desarrollarlas, pulirlas y, en última instancia, convertirlas en algo real y valioso. Igual que lo haría cualquier buen CEO con su equipo.

Agenda tu siguiente pitch con tus neuronas y dedícale toda tu atención. De ahí podría surgir tu próxima genialidad.

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