El año que vivimos desde adentro

Por: Sandra Kleinburg*

Este año de vida en confinamiento a que nos obligó la pandemia del COVID 19, yo lo denomino “El año que vivimos desde adentro”.  De pronto, y sin siquiera pensar si estábamos listos para hacerlo, nos tuvimos que encerrar en nuestros hogares y trabajar desde adentro. La pandemia nos llevó a entrar en contacto con nuestro ser interno y también a analizar nuestras capacidades de trabajo en esta circunstancia.


El año que vivimos desde adentro

Este año nos ha dado lecciones de empatía, generosidad y resiliencia. En este año se hizo evidente que “todos somos uno” y que la unión hace la fuerza. La pandemia ha demostrado que la presencia, la buena comunicación, la conexión y la cercanía no tienen que ver necesariamente con espacios ni distancias físicas; también ha evidenciado la diferencia de ideas y pensamientos, así como la necesidad de comunicación y respeto, y de tomar acción en favor de un mundo más igualitario.

En lo particular, aprendí a no dar por hecho mi salud, a procurar mi cuerpo y mi persona, a ver mis espacios con nuevos ojos, a redimensionar la tecnología, a estrechar la relación con mi familia, con mis amigos y con mis colaboradores, expandiéndome desde dentro.

También aprendí a tomar una actitud más positiva y constructiva ante lo que sucede, a ver el vaso medio lleno, a ser flexible, a cambiar los planes, a fluir y a improvisar.

A pesar de que este año ha sido catalogado por muchos como inédito, difícil, extraño, terrible, loco y triste, yo intento entenderlo y aprender de él.

La cultura japonesa tiene un concepto llamado Kintsugi. Kintsugi es el tradicional arte de reparar cerámica rota, usando un esmalte especial espolvoreado con oro, en lugar de un pegamento transparente. Como resultado, la pieza queda con hermosas “costuras” que hacen que las grietas doradas brillen, dándole un aspecto único. Este método de reparación celebra la historia de cada objeto, enfatizando sus fracturas en lugar de ocultarlas, ya que forma parte de una filosofía que muestra la fragilidad y al mismo tiempo, la capacidad de resiliencia.

Pensando en este concepto, le agradezco a este año lo que me ha dado. Le doy las gracias por abrir el camino a la reflexión, a la introspección y a echarme un clavado hacia adentro. A nivel empresarial también le agradezco, porque me ha permitido vivir con todos y cada uno de los integrantes de Porter Novelli una diversidad de lecciones: de dedicación, de pasión, de trabajo, comprensión, paciencia, empatía, capacidad de adaptación, creatividad, flexibilidad, alegría, optimismo, entereza, perseverancia y camaradería. Gracias a todas estas lecciones, este año que vivimos desde adentro se convirtió en un año de aprendizaje y éxito.

Ante la vacuna, hoy el futuro luce prometedor. Seguramente en algún momento volveremos a salir y habitar nuestros viejos espacios; regresaremos a trabajar desde la oficina, posiblemente bajo un esquema distinto, integrando nuestra experiencia de este año; volveremos a ser libres para reírnos y abrazarnos sin miedo. Pero no añoremos el pasado previo a la pandemia; este año que vivimos desde adentro debe impulsarnos para resignificar nuestro interior, tanto de espacio físico como mental y espiritual, y salir transformados en mejores versiones de nosotros mismos.

*Sandra Kleinburg es directora general de Porter Novelli México

 

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