Se dice que, en 2005, un psicólogo y un economista de la Universidad de Yale le enseñaron a un grupo de monos capuchinos a comprender el concepto de dinero. Pronto, los monos comenzaron a adquirir comportamientos hacia el dinero igual que hacen las sociedades humanas. Hubo algunos que se volvieron adictos al trabajo, otros que prefirieron holgazanear y conformarse con lo indispensable para subsistir, mientras que algunos ahorraban sus monedas; incluso, uno de ellos decidió gastarlo en sexo y la monita aprendió lo que es la prostitución.