Las lecciones del Brexit apenas comienzan, "De humores y métricas"

 Adrian Villegas

De humores y métricas

La colaboración del mes pasado cuyo tema central versaba sobre las 12 elecciones estatales ocurridas el 5 de junio  en nuestro país terminaba con la siguiente reflexión: “La lección es que la prudencia es importante y  por lo tanto es mejor perder la nota de las 6pm que arriesgar el prestigio del medio y del encuestador” en referencia a los “fallos” de los resultados en algunas encuestas de salida. Diecisiete días después de la elección mencionada las encuestas volvieron a ponerse a prueba, ahora en el Reino Unido.

 

El 23 de junio se dio un referéndum a través del cual los ciudadanos de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte decidieron si el Reino Unido debería seguir siendo o no miembro de la Unión Europea (UE).  El resultado es ya conocido: El Reino Unido saldrá de la UE y con ello el primer ministro David  Cameron (partido Conservador) renunció y los resultados de las encuestas volvieron a poner a los encuestadores en una maltrecha posición. 

 

¿Qué pasó con las encuestas y los encuestadores en el Reino Unido?  Antes de contestar lo anterior vale la pena un recuento sobre los sucesos previos al referéndum, conocido principalmente como Brexit, que servirán como marco para entender lo sucedido.

Londres,  junio 23, 2016

“It’s been an extraordinary referendum campaign, turnout looks to be exceptionally high and looks like Remain will edge it.”1

 

 Londres,  junio 24, 2016

 One of Britain's top pollsters described his embarrassment after he and other experts misread the mood of the nation before the EU referendum.2

 

Londres,  junio 24, 2016.

“If you’ve got money, you vote in…if you haven’t got money, you vote out”.3

 

Londres,  junio 24, 2016.

“Somewhere pollsters are quietly crying like lost little children”. 4

 

Londres,  junio 24, 2016.

British people have made a very clear decision to take a different path, and as such I think the country requires fresh leadership to take it in this direction”.5

El Primer Ministro David Cameron, del partido Conservador, en  enero de 2013,  hizo la promesa de llevar a cabo el referéndum mencionado si su partido conseguía la victoria en las elecciones generales de 2015; triunfo que consiguió. 

Es altamente factible que a principios del 2013 las motivaciones para tal promesa fueron pensadas bajo la circunstancia de una creciente corriente de “euroescepticismo” dentro y fuera del partido del Primer Ministro y el emerger significativo del apoyo popular que estaba consiguiendo el UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido), así como las diferentes posturas que los principales actores políticos estaban manifestando. Es probable que en ese momento la conjunción de lo anterior haya sido suficiente “caldo de cultivo” para una promesa tan arriesgada; sobre todo a la luz de las posturas expresadas por los entonces ministros del exterior, Laurent Fabius y Guido Westerwelle de Francia y Alemania respectivamente, quienes en relación a la posible salida del Reino Unido de la UE,  expresaron cosas como “Imagina que Europa es un club de futbol soccer al que decides unirte y una vez que está dentro dices, mejor juguemos rugby” o “lo que necesita Europa es más integración, no menos”.   El otrora Primer Ministro Tony Blair (partido Laborista), también contribuía al concierto de voces de aquél momento, diciendo que le preocupaba que el Reino Unido  pusiera su salida “sobre la mesa”, enfatizando aún más su preocupación al recodar que la situación en que estaban colocando al Reino Unido le parecía similar a la situación de un sheriff, que en un película del director Mel Brooks (Blazing Saddles, o Locuras en el Oeste como se le conoció en México), le decía a sus interlocutores mientras con su propia pistola se apuntaba en su cabeza, “si no hacen lo que les digo, me volaré mis propios sesos”.   Dura crítica sin duda.  A este coro se unía la voz de Douglas Alexander, secretario del exterior del gabinete en la sombra en funciones en aquél momento, que manifestaba era entendible la necesidad de un cambio pero no creía que la mejor manera de obtenerlo en el club de los 27 (países miembros de la UE) era pararse fuera de la puerta de salida y demandar cambio o amenazar con irse.  Ed Miliband, en ese momento líder del partido Laborista, decía que Cameron “estaba temeroso del UKIP debido a que el  rating de éste subía en las encuestas”. Por su  lado Nigel Farage, líder del UKIP y uno de los principales impulsores de la salida del Reino Unido de la Unión Europea,  manifestaba que el verdadero trabajo de UKIP comenzaba a partir de ese momento y consistiría en ganar el referéndum.  Hasta aquí el recuento de lo que sucedía en las cúpulas políticas y hasta qué punto el primer ministro Cameron estaba tomando una dirección riesgosa al promover el referéndum.  Todas estas voces se encuentran documentadas en un reportaje de la BBC publicado en enero 23 de 2013.

 

¿Pero qué pasaba con la población? ¿Acaso los niveles de bienestar social estaban mal? ¿Acaso la ciudadanía consideraba que el estar dentro de la UE era algo que les afectaba negativamente? 

 

Las  métricas “duras” de la situación del Reino Unido en ese momento para “medir” el bienestar social , en particular el PIB (Producto Interno Bruto)  y el PIB per  cápita, revelan que la situación no era, en ese momento (2013) particularmente preocupante. El PIB comenzaba a recuperarse sistemáticamente tras la crisis financiera global del 2008.  Logrando variaciones anuales respecto a los años inmediatamente anteriores  que llegaron a ser ligeramente superiores a 2 puntos porcentuales. Esto cuando en 2009 había habido decrecimientos importantes de hasta 4 puntos porcentuales.  El PIB per cápita también fue ascendiendo del “agujero” donde había quedado en 2009 y para el 2013 había logrado recuperarse  en poco más de 10 puntos porcentuales.  Luego entonces el Reino Unido, de acuerdo a las métricas “duras” tradicionales no iba mal.  De hecho ambas métricas siguieron mostrando signos positivos durante 2014 y 2015 avalando a nivel macroeconómico el buen desempeño del gobierno conservador y teóricamente un buen bienestar social.  

 

Sin embargo una cosa son las métricas tradicionales y otra las métricas del bienestar subjetivo, que en conjunto determinan el  humor social (social mood) de los ciudadanos.  Para el caso del Reino Unido diversas métricas que apuntan a medir el humor social arrojaban datos  como los siguientes: De acuerdo al Índice de bienestar (percibido) de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos) el Reino Unido tiene, en general, un desempeño bueno  en casi todos los aspectos evaluados por los propios ciudadanos,  excepto en los aspectos de distribución del ingreso, puesto que el quintil superior de la población ingresa seis veces más que el quintil más bajo;  y en el aspecto del  nivel percibido de satisfacción con la vida (quedó en el lugar 21 de 38 países en la medición más reciente del OCDE). Aunado a lo anterior los ciudadanos del Reino Unido comenzaron a tener un notable incremento en la percepción de que la inmigración era uno de los principales problemas o preocupaciones  a enfrentar, así como el asunto de la continuidad o no de la  relación con la UE y el terrorismo tal como se aprecia en la gráfica 1.  

 

Gráfica 1. Principales preocupaciones de los votantes.

 

Por otro lado las evaluaciones de desempeño de dos de los principales protagonistas de las campañas del Brexit (Nigel Farage) y del Bremain (David Cameron) gravitaron de alguna manera en la opinión pública  puesto que a pesar de que ambos tuvieron diferenciales de desempeño negativos (esto es que al % de satisfacción  se le resta el % de insatisfacción, por lo que porcentajes negativos significan que el nivel de insatisfacción es superior al nivel de satisfacción).  Es notorio que el principal vocero, Nigel Farage,  de que el Reino Unido saliera de la UE tuvo un diferencial “menos malo”  (del orden de 5 o menos puntos porcentuales negativos durante el tramo final de las campañas relativas al referéndum) que el diferencial también negativo de David Cameron (del orden de 20 puntos porcentuales negativos o más durante el mismo tramo), tal como se aprecia en la gráfica 2.

 

 

 

Gráfica 2. Comparativo de la percepción del desempeño de David Cameron y de Nigel Farage.

 

 

Así las cosas, a pesar de que Cameron tenía consigo métricas duras que avalaban que el Reino Unido iba bien y por lo tanto salir de la UE pondría en riesgo las cosas positivas logradas, la realidad es que esta “argumentación del temor” a lo que podría suceder no resultó suficiente, puesto que una buena parte de la ciudadanía, en contrasentido de lo que sostenían las métricas duras,  no se sentía satisfecha por varios razones percibidas: desigualdad social, insuficiente nivel de bienestar, creciente inmigración, resentimiento con la UE, en particular con la burocracia de Bruselas, y una muy mala percepción del desempeño del primer ministro Cameron.

 

En medio de todo este contexto entraron al juego las casas encuestadoras, que en un principio leían mayormente un ánimo social favorable a la salida de la UE, pero que en los últimos días desoyeron las voces del humor social, o no quisieron o no pudieron oírlas correctamente y terminaron por dar números finales que favorecían a la permanencia en la UE.  De hecho el 23 de junio, al cierre de las casillas de voto en el Reino Unido, hubo datos de encuestas de salida que daban el triunfo al “Bremain”.  Tanto así que Nigel Farage, líder del UKIP declaró “It’s been an extraordinary referendum campaign, turnout looks to be exceptionally high and looks like Remain will edge it.” Esto es,  que Nigel Farage pensó que su causa había perdido tomando como buenos los resultados de algunas encuestas de salida. Pero para sorpresa de muchos que habían venido especulando con los últimos datos de encuestas publicadas la noche anterior al referéndum que favorecían el “quedarse”, los resultados  oficiales comenzaron a fluir y el triunfo del “salirse” fue inobjetable. Seguramente el lector recuerde que algo parecido ocurrió en nuestras pasadas elecciones del 5 de junio, donde con resultados de encuestas de salida al cierre de casillas varios personajes daban como amplio ganador al PRI, para más tarde tener que reconocer que no había sido así.

 

Al menos una de las dos principales casas encuestadoras (YouGov e Ipsos-Mori) que habían publicado, en junio 22, sus últimos resultados al referéndum con ventajas para el Bremain (51% “quedarse contra 49% “salirse”; y 52% “quedarse” contra 48% “salirse” respectivamente)  salió casi de inmediato a reconocer que algo había salido mal. Esa casa encuestadora fue YouGov, que en voz de su presidente Peter Kellner, declaró en cuanto se conocieron los resultados oficiales lo siguiente: “Seems we are heading for a result bad for UK, bad for pollsters and (least important) embarrasing for me”.6    Otras agencias que también dieron resultados finales el 22 de junio fueron Populus y ComRes, ambas con ventajas para el Bremain. Sólo TNS y Opinium dieron ventajas para el Brexit, aunque en proporciones menores a la realmente sucedida.

 

Finalmente en junio 24, un día después del referéndum, el primer ministro David Cameron aceptó la derrota y renunció.

 

Adicional a lo anterior es interesante mencionar algo sobre el “nombre” con el que ambas posiciones “marcaron” sus posturas: los euroescépticos (Brexit)  versus los eurofilos (Bremain). Los primeros posicionaron dentro de la opinión pública británica mejor su “marca” que los segundos en prácticamente todas las agendas mediáticas.  De particular relevancia fue la “batalla” en las redes sociales  donde el  #brexit versus el  #bremain terminó  favoreciendo al primero como lo demuestra el interesante análisis de Vyachester Polonskyque en Mayo 15 escribía que de acuerdo a la información recabada durante su análisis sobre la participación de los euroescépticos (apoyadores del Brexit) y los eurofilos (apoyadores del Bremain)  “los primeros dominaron muchas de las discusiones online en tanto tendieron a ser más apasionados, más abiertos y más agresivos que los segundos”. 

 

De todo lo narrado respecto al referéndum, ¿hay algunas lecciones que debieran tomarse en cuenta para nuestro propio contexto?, ¿lecciones para nuestros gobernantes, para los partidos, para los  encuestadores, para los medios y para la ciudadanía?  Algunas primeras respuestas son las siguientes:

 

  • Desarrollar más y mejores métricas del bienestar personal subjetivo a través de un mejor entendimiento del humor social y complementar con sus resultados los datos de las métricas tradicionales de bienestar macroeconómico.
  • Reconocer que una parte importante de la ciudadanía está harta de los partidos y políticos del “sistema” y tiende a ser más receptiva de los personajes que se alejan de lo anterior y que concitan en ellos el sentir anti-sistema, anti status quo,  que habita en la mente de muchísimos electores. Nigel Farage lo hizo exitosamente en Gran Bretaña y es un político de derecha.  Piense el lector en  México quién está concitando mejor el sentir anti-sistema existente.
  • Analizar que la ciudadanía parece estar mejor dispuesta a escuchar y dejarse persuadir por aquellos voceros del gobierno o de  los partidos que menos mala imagen tienen.  Piense el lector en México cuáles personajes del gobierno o de los partidos tiene menos mala imagen.
  • Hacer del conocimiento de la opinión pública análisis serios sobre lo que ocurre en las redes sociales en tiempos de campaña. Avanzando de las tradicionales métricas volumétricas de actividad,   para ahondar en la comprensión de la direccionalidad del “sentimiento” que intentan producir los mensajes. Esto es que la opinión pública debe tener acceso a algo más que la simple descripción de lo que dicen y cuántas veces lo dicen los llamados “chairos”, “pejezombies”, o “peñabots”.  La academia en México debe realizar y hacer públicos más estudios  como los realizados por el Instituto de Internet de la Universidad de Oxford.
  • Reconocer que en la batalla por la mente de los electores, en particular en la arena de las redes sociales, quienes “enganchan” mejor son los que leen correctamente el humor social  existente entre la población.
  • Reconocer que los encuestadores deben ser rápidamente autocríticos y de inmediato conceder los errores que hubieren tenido, no negarlos y explicarlos a la opinión pública.
  • Finalmente los políticos deben también ser rápidamente autocríticos, reconocer las derrotas y dejar el camino abierto a quien o quienes les deben suceder. Piense el lector en cuántos días pasaron en México entre que un partido político que tuvo una contundente “derrota electoral”  la acepte abiertamente y el liderazgo de dicho partido asuma personalmente esa derrota y las consecuencias alejándose del puesto que tenía.

 

Adrián Villegas

Profesor en Extensión Universitaria y Desarrollo Ejecutivo. ITAM

Consultor en Gabinete de Comunicación Estratégica.

 

Notas:

¹ Nigel Farage, head of the UK Independence Party. Sky News. Junio 23, 2016.

2. Tom Morgan. The Telegraph. Junio 24, 2016.

3 Una mujer de un barrio marginado en las afueras de Manchester City. The Guardian, Junio 24, 2016.

4 Giles Dilnot. BBC presenter. DailyMail.com. Junio 24,  2016.

 

5 David Cameron’s Speech After ‘Brexit’ Vote.  http://www.nytimes.com/2016/06/25/world/europe/david-cameron-speech-transcript.html.  Junio 24, 2016.

6 Peter Kellner. Presidente de la agencia encuestadora YouGov. DailyMail, Junio 24, 2016

 

7  Vyachester Polonsky6   The UK’s EU referendum debate on social media. The Oxford Internet Institute.

 

 

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