Alimentemos los suelos… y también a las personas

Día a día se realizan campañas de concientización para cuidar el planeta, pero ¿qué hay detrás del cuidado de la tierra?

Alimentemos los suelos… y también a las personas
Alimentemos los suelos… y también a las personas

Por Patricia Rodríguez, gerente de Investigación y Desarrollo en Yara México

Es bien sabido que una de las mayores preocupaciones del ser humano es su futuro, por eso, día a día se realizan campañas de concientización para cuidar el planeta, pero ¿qué hay detrás del cuidado de la tierra? ¿Debemos centrarnos únicamente en recursos como el agua y el aire?

Si bien todas las acciones en pro del medio ambiente son relevantes, no se debe excluir una de las más importantes: el cuidado del suelo, un recurso no renovable que es base para la producción de alimentos. Las tierras dedicadas al cultivo se deben preservar para que se encuentren sanas y no pierdan los nutrientes; esto brindará innumerables beneficios a la salud de las personas.

Se estima que para el año 2050, la población a nivel mundial ascenderá a 9 000  millones de personas, las cuales tendrán que ser alimentadas utilizando el mismo espacio de tierra cultivable con el que se cuenta hoy en día, pero ¿cómo se logrará? Sin duda, la respuesta es multifactorial e implica la contribución de varios actores, pues no sólo se trata de producir al por mayor, sino de hacerlo con calidad, y para ello, quisiera enfatizar el valor que tienen los fertilizantes en este proceso.

En México, uno de los principales problemas de los suelos es la acidificación, la cual genera un desaprovechamiento de nutrientes y un pobre desarrollo de los cultivos. En este tipo de casos, el buen uso y manejo de fertilizantes y mejoradores de suelo reduce el impacto de la acidificación, restaurando la fertilidad, dando como resultado un incremento en la producción. Esto es un beneficio directo para la economía de los agricultores y la nutrición del consumidor final, quien estará obteniendo todos los nutrientes del alimento, disminuyendo así el “hambre oculta”.

Y es que, un claro ejemplo del problema de la mala nutrición de la tierra arable es la deficiencia de Zinc, pues alrededor del 50% de los suelos cultivados tienen bajos niveles de este nutriente. Concretamente, en nuestro país, la región del centro y el sureste tiene una deficiencia media, sin embargo, en el norte la situación es más grave, ya que la falta de dicho elemento es aúnmás extensa y como consecuencia de ello, podría llegar a reducirse hasta en un 20% el rendimiento de los cultivos.

Ante tal situación, diversas organizaciones como la UNICEF han puesto manos a la obra para mitigar la falta de nutrientes, sobre todo, en niños menores de cinco años que habitan en regiones marginadas o en extrema pobreza, lo que permitirá que obtengan todos los nutrientes necesarios para un buen desarrollo físico y cognitivo.

Por ello, es importante recordar que un suelo bien nutrido significa bienestar. Asimismo, quienes trabajamos en el campo debemos ser capaces de ofrecer soluciones que impulsen suelos y cultivos con todos los nutrientes necesarios para el buen desarrollo de las cosechas y de las personas. No solo se trata de alimentarse, el objetivo es alimentarse de manera nutritiva. Recordemos que plantas y suelos sanos nutren personas sanas.