La igualdad empieza en casa: estereotipos que debemos romper

La igualdad empieza en casa: 5 estereotipos del hogar que debemos romper


En México, la balanza de las tareas domésticas y de cuidado está notablemente desequilibrada. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)1 revela que 17.2 millones de mujeres se dedican de manera exclusiva a estas labores, una cifra 17 veces superior a la de los hombres. Esta disparidad tiene profundas implicaciones. 

 

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Rosa María Sánchez Maldonado, directora general de la Cámara Nacional y de la Asociación de la Industria de Productos Cosméticos y del Cuidado del Hogar (CANIPEC), afirmó “si aspiramos a una sociedad más equilibrada con igualdad de derechos y obligaciones, el cambio debe gestarse desde el hogar. Hablar de inclusión en el hogar es fundamental, ya que este es el primer espacio donde las personas interiorizan valores, roles y comportamientos que luego se replican en la sociedad”.

 

CANIPEC en conjunto con la industria de cuidado del hogar representada por la Asociación, impulsan iniciativas que contribuyen a promover la inclusión, diversidad y el respeto a fin de ir rompiendo los estereotipos más comunes que aún persisten en nuestros hogares, esto a través de campañas que promueven la igualdad en las labores de casa y desmitificando algunos de los mitos más comunes, entre ellos:

 

  1. La mujer es la "cuidadora principal" o "ama de casa": esta creencia sobrecarga de trabajo no remunerado a las mujeres, limitando severamente su desarrollo profesional y personal. Crea una expectativa social que las presiona a priorizar el hogar sobre cualquier otra aspiración.
  2. El hombre es "proveedor principal" o "cabeza de familia": este estereotipo genera una mayor presión sobre los hombres para ser el único o principal sostén económico, lo que restringe su participación en la crianza y el cuidado, y en ocasiones, su expresión emocional. Su valía se ve reducida a su capacidad de generar ingresos.
  3. Tareas "femeninas" vs. "masculinas": la idea de que ciertas tareas son inherentes a mujeres (cocinar, lavar ropa, limpiar baños) y otras a hombres (reparaciones, trabajos "pesados") genera una división rígida que ignora habilidades y preferencias individuales, perpetuando la desigualdad y limitando el aprendizaje de nuevas habilidades para ambos géneros.
  4. Los hijos e hijas no colaboran o solo hacen tareas "ligeras": fomenta la falta de desarrollo de autonomía, responsabilidad y habilidades para la vida en los menores, y aumento de la carga para los adultos.
  5. Los productos del hogar no están diseñados para cubrir los gustos de ambos géneros: cada vez es más común tener diversas presentaciones de un mismo producto que se adapta a la preferencia de uso. Más aún, el tema de cuidar nuestros hogares tiene mucho que ver con la salud y el autocuidado, incluso es una extensión de nuestra persona y tanto las tareas del hogar como los productos no tienen un enfoque de género.

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