Regresando a clases… Continúa la enseñanza virtual

La pandemia no nos tomó por sorpresa, sabíamos que tarde o temprano íbamos a llegar a los momentos del confinamiento, pero no lo queríamos creer y no todos vimos a lo que nos orillaría.

 

Por: Gustavo Santana Cervantes

 

Educación Online

 

En medio del debate político sobre sí debíamos seguir o no teniendo días de asueto en lunes y no en el día festivo preciso, nos llegó el puente del 16 de marzo, adelantándonos al 21 de marzo, día en el que se celebra el Natalicio de Benito Juárez. En los días previos y durante los días de descanso, la Presidencia de la República, a través del Secretario de Educación Pública informó que el confinamiento iba a dar inicio después del viernes 20 de marzo como parte de un alargamiento oficial de las vacaciones de Semana Santa, considerando que nos íbamos, de inicio, a un periodo de 4 semanas y no de 2 como comúnmente ocurría. No obstante, las instituciones educativas, al menos una gran mayoría, decidieron desacatar dicha iniciativa y adelantaron la fecha de confinamiento al no regresar a clases el día 17 de marzo sino manteniendo a sus alumnos, docentes y administrativos en casa, con la salvedad de que las dos semanas corriendo no eran una ampliación de vacaciones sino un traslado de la modalidad presencial de clases a un esquema online.

 

Para los docentes, esto representaba un reto por muchas razones. Según una encuesta realizada vía online por quien suscribe este material, en la que respondieron 74 docentes en activo, de nivel licenciatura y posgrado, trabajando la gran mayoría en instituciones privadas (77%); muchos de ellos conocían del uso de las plataformas online para la educación (85%), pero poco más de la mitad (55%) daba clases totalmente presenciales, mientras que un 42% hacía una combinación entre clases presenciales y clases online y solo el 3% daba clases 100% online, es decir, el 97% prefería estar, al menos de manera parcial, en el aula.

 

El conocer las herramientas digitales no necesariamente era una invitación para su uso. Hasta antes de la contingencia, la percepción de la educación online era muy basta, pues había profesores que la consideraban poco efectiva para la pedagogía, que requería mayor trabajo para armar las clases, que no era la prioridad de atención para los alumnos, que los contenidos que ahí se ofrecían eran de mala calidad y hasta quiénes consideraban que era una manera de controlar a los profesores y atiborrarlos de trabajo. Por otra parte, quienes estaban a favor de la educación online la consideraban como una oportunidad para probar nuevas propuestas de educar, aunque muchos más coincidían que esta modalidad requería de contar con el interés del alumno por aprender, que necesitaba de una iniciativa autodidacta y que, en nuestro país, la educación online estaba limitada solo para ciertos niveles socioeconómicos, pues no todos los estudiantes tienen el poder adquisitivo para acceder a las herramientas necesarias para este tipo de educación.

 

Emocionalmente, el cambio de la educación presencial a la online por motivos de la contingencia generó diversas posiciones en los docentes, que, finalmente fue el primer reto personal para enfrentarse a la migración de un esquema a otro. Las dos principales preocupaciones fueron la posibilidad de la disminución de ingresos (28.5%), recordando que la mayoría de los profesores que trabajan para instituciones educativas privadas cobran por hora presencial; y la otra fue la cancelación definitiva de clases (24%). Un 17% tuvo el temor de perder definitivamente su empleo por esta situación y un 9.5% consideró que podía alargarse el calendario escolar, sin que esto mostrara una postura definitiva en cuanto a ser positiva o negativa. Solo un 5% declaró tener temor ante la tecnología al momento de enterarse de este cambio. Para un 2.7%, la noticia no le generó ningún impacto emocional, cuestión que va con relación a que el 3% de los docentes encuestados, ya estaba dando clases 100% online.

 

Aunado a lo emocional, la parte operativa resultó ser un reto más. Sin tener una previa indicación, los docentes tuvieron un tiempo récord para migrar su planeación de clases presenciales al esquema online, pero no en todos los casos las instituciones educativas tenían habilitadas las herramientas de educación para el total de sus docentes, a pesar de que contaban con ellas. El 26% de los docentes encuestados afirmó que las indicaciones por parte de sus instituciones fueron claras desde el inicio de la contingencia, el 41% consideró que al inicio fueron confusas, pero se fueron aclarado con el paso de los días y el 33% concluyó que siempre fueron confusas.

 

Aún cuando los docentes tenían conocimiento de herramientas de educación online, el 42% desconocía sí las instituciones para las que trabajaba contaba con alguna de ellas, 32% declaró que las herramientas utilizadas eran Blackborad, en primer lugar y Moodle, en segundo lugar; y solo el 2.5% mencionó a Google Classroom como una herramienta empleada por las instituciones, dato que resultó relevante, ya que, el 46% de los docentes encuestados comenzó a utilizar esta plataforma como principal herramienta para almacenar los datos de sus clases en el formato online. El 12% se avocó a las plataformas de Blackboard y Moodle, siendo esta última ligeramente más utilizada. Es importante señalar que Google Classroom tiene una versión gratuita para su uso mientras se cuente con un correo de Gmail, pero las otras dos plataformas son utilizadas con el pago de una licencia, cuyo costo es tan elevado que sólo las organizaciones tienen la posibilidad de comprarlas, pues de manera individual no resultaría viable. Además, una cuenta de Google Classroom puede abrirse de manera personal, mientras que las otras dos se debe esperar a que un administrador registre al docente. También es necesario aclarar que hay una versión más profesional de Google Classroom (mientras se pague la licencia de la plataforma GSuite) que, aunque también se puede comprar de manera individual, los costos resultan una inversión que va más allá de las posibilidades económicas de muchos docentes.

 

Otro cambio relevante fue la manera en que los docentes se comunicaban con sus alumnos antes de la contingencia, en comparación al momento en que dio inicio, pues pasaron en su gran mayoría del uso de herramientas que se concentraban en mensajes de texto, utilizando incluso dos o tres de ellas,  como el e-mail personal (61%), el e-mail de la institución educativa (50%) y hasta el WhatsApp (64%); siendo la video-llamada el menos utilizado (22%) con herramientas como Zoom, Hangouts y Blackboard Collaborate. Ya declarada la contingencia, la manera en que los docentes se comunicaron con sus alumnos se diluyeron en más de dos o tres medios y, posiblemente dada la premura, se buscaron herramientas de respuesta más inmediata, por lo que WhatsApp y Zoom (con el 46%, ambas, de los docentes encuestados utilizándolas) desplazaron a un segundo término otras herramientas como los e-mails, tanto personal como institucional, que cayeron al 32% de uso; volviéndose medianamente relevantes dos herramientas de comunicación de video-llamada que no figuraban antes de la contingencia: Microsoft Teams (35% de los docentes utilizándola) y Google Meet,(15%), que es la versión de licencia de GSuite y que sustituye de alguna manera a Hangouts, siendo más eficiente por el número de usuarios que se puede conectar al mismo tiempo (250 máximo).

 

El 85% de los docentes que respondieron la encuesta afirmaron que la carga de trabajo se había incrementado a partir de la contingencia y el 32% respondió que preparar y subir sus clases a las plataformas online representó su mayor carga, pero un 25% afirmó que las actividades de subir evidencias habían ocupado más de su tiempo. En ese sentido, existió una molestia por parte de los docentes hacia las instituciones para las que trabajan, pues afirmaron que enviar evidencias (45%) y generar reportes (37%) era más incómodo que tener que replantear las actividades de sus clases.

 

Es sabido que cada institución dio instrucciones diferentes a sus docentes, algunas de ellas, incluso, ocuparon la semana del martes 17 al domingo 21 de marzo para permitir a sus profesores adaptarse el modelo online, por lo que en términos generales el proceso que ocuparon para ingresar a este modelo fue:

  1. Adaptar la planeación
  2. Aprender a usar las plataformas
  3. Diseñar las clases
  4. Comunicarse con sus alumnos
  5. Realizar los reportes

Pero, sí para la mayoría de los docentes el cambio de esquema representó un incremento en cuanto a sus actividades, ¿Qué ocurrió en la carga de trabajo que trasladaron hacia sus estudiantes? Un 45% mencionó que habían elevado el número de tareas que les dejaban a sus alumnos, el 37% dijo que no había un cambio significativo y un18% dijeron que habían disminuido. Aunque el estudio no cuestionó las razones, la pregunta que queda en el aire es: ¿Por qué incrementaron o por qué disminuyeron?

 

A una semana de haber regresado de las vacaciones oficiales de Semana Santa el esquema online sigue funcionando y, de acuerdo con lo previsto por el Gobierno Federal, no será sino hasta el 1 de junio cuando exista la posibilidad de que se regrese a las aulas.

 

¿Qué opinan los docentes ahora que la tormenta de la migración ha disminuido? Un 56% respondió que, finalmente, la migración había resultado ser sencilla, mientras que un 25% lo considero complicado y para el restante 19% le fue irrelevante. Por lo que la gran pregunta es: Docentes, ¿Están preparados para continuar sus clases online aún cuando haya terminado la contingencia? El 65% afirma rotundamente que si, el 25% dice que tal vez y solo el 10% confirma que no lo está.

Ya llegada, la aparente calma, el uso de las herramientas online ha cambiado considerablemente, siendo ahora Google Classroom el aula online más utilizada (53%) por sobre Moodle (24%) y Blackboard (21%), en parte porque, cómo se dijo, resulta ser en la mayoría de las veces una herramienta gratuita. En cuanto a la comunicación

 

Sin duda alguna, esta contingencia ha cambiado muchos hábitos; sí solo el 2% de los docentes encuestados preferían las clases 100% online antes de la contingencia, ésta encuesta refleja que el 27% la prefieren ahora. Para muchos, que siguen encontrando un beneficio de lo presencial, se abre un nuevo panorama en el que el 67% ya vislumbran la posibilidad de tener clases mixtas (parte presencial, parte online) y solo un 6% se queda con la modalidad 100% presencial.

 

La comodidad de trabajar en casa, de no perder tiempo en los traslados, de no cargar decenas de trabajos impresos y hasta de cambiar la manera de vestir resultan ser algunos de los beneficios que trae la modalidad de la educación en internet. Tan solo hay que ver que el 61% de los docentes viste de manera más casual cuando da sus clases online, el 28% sigue manteniendo la formalidad al vestir y mostrarse en pantalla, mientras que un 11% jamás se muestra ante la cámara. Aunque no todo es miel sobre hojuelas, pues trabajar desde casa con las características actuales en donde el “encierro” es casi obligatorio para toda la familia, genera algunos inconvenientes, siendo el ruido el principal reto a vencer, ya sea generado por cuestiones ambientales, de los propios integrantes de la familia o de las mascotas, pasando a un segundo término distractores diversos como llamadas o mensajes y en un tercer lugar la calidad de la navegación en internet.

 

No obstante, hay aún muchos retos por vencer pues el 98% de los docentes encuestados afirma que no todas las instituciones estaban preparadas para afrontar una crisis de este tipo y migrar sus clases a un esquema 100% online, situación que no es exclusiva de las organizaciones, sino que hay muchos retos personales por cumplir, siendo los más importantes la capacitación en plataformas online y la adecuación de la planeación didáctica en dicho esquema. Dejando como reto a las instituciones que sus plataformas sean amigables en la navegación, que tengan el soporte técnico necesario, pero que, sobretodo, tengan un esquema tecnológico que genere los reportes y evidencias que la gran mayoría de los encuestados consideró como tareas incómodas en estos momentos de contingencia.

 

Hasta el momento, otro más de los cuestionamientos que queda al aire, es la evaluación que los estudiantes darán a sus profesores en cuanto a la adaptación a la tecnología, pues algunas universidades están comenzando a tener repercusiones negativas en cuanto a los comentarios surgidos de los alumnos al no haber previsto la capacitación de los profesores en esquemas online, a pesar de que desde diciembre del 2019 o enero de este año se veía venir los efectos de la pandemia del Covid-19 en la educación.

 

“Yo prefiero clases presenciales porque por lo que pago no es justo que me estén ahí dando unas clasecitas en Zoom”, “Lo que mejoraría es la cuestión de los tiempos, no tiene caso estar frente a las cámaras 3 o 4 horas de clase sin que exista un aporte relevante”, “Dar clase online no significa que me den el temario y me pongan a investigar”. Estos comentarios dejan al aire una última pregunta: Sí la contingencia se alarga por más tiempo y los periodos del calendario escolar orillan a ingresar a un nuevo ciclo en el esquema online, ¿Cuántos alumnos estarán de acuerdo en regresar a clases bajo este esquema?

 

Es verdad que los efectos económicos del Covid-19 son un factor relevante para el reingreso de los alumnos en las universidades de paga, pero también es una realidad que la percepción de los estudiantes sobre las clases online que recibieron durante este periodo jugará un factor relevante sobre inscribirse o no en el siguiente ciclo, por lo tanto, nadie podrá negar que, una vez terminada la reclusión de esta crisis, la educación en México y el mundo no será vista de la misma manera y, al igual que muchos medios lo han dicho, los docentes ya no son los mismos que eran hasta antes del Coronavirus.

Sobre el autor: Gustavo Santana, Catedrático de diversas universidades por más de 20 años: Publicista y Mercadólogo de profesión, consultor independiente. www.tactik.com.mx. Contacto: gsantana@tactik.com.mx

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