Opinión

Han pasado casi tres meses desde los sismos que sacudieron a México y todos tratamos de volver a la normalidad. Hemos regresado a trabajar, a la escuela y reanudando nuestras actividades cotidianas, pero no podemos olvidar lo vivido y las lecciones aprendidas.

A lo largo de 2017, México ha enfrentado una serie de acontecimientos locales y globales que lo colocaron en el ojo del huracán mediático.

Uno de los elementos que controlan la vida es la necesidad humana, la cual nos mueve a hacer lo que hacemos. Hay seis necesidades: cuatro fundamentales que todos desarrollamos y dos que solo desarrollan quienes sobresalen.

No es queja, aunque lo parezca. Lo asumo como uno más de los gajes del maravilloso oficio que tengo la suerte de desempeñar, sin embargo, en esta época del año, con el trabajo a tope, las responsabilidades triplicadas, la gente cansada y un ritmo que ni el mejor superhéroe de cómic podría aguantar, es inevitable pensar que la vida del mercadólogo sería unas cuántas veces más fácil si los clientes lograran por un segundo ponerse en nuestro lugar.

¿Cómo hacer que una etiqueta, que normalmente no es mayor a 8 x 8 cm, que es el único punto de diferenciación de un vino en el anaquel, determine su precio y las probabilidades de ser adquirido? ¿Cómo hacer que algo tan subjetivo como el diseño pueda determinar algo tan objetivo como un rango de precio?

En su colaboración de la revista 221, Lorenzo de la Garza hace un análisis sobre las acciones de marketing que han emprendido las empresas relacionadas con los deportes para mejorar su posicionamiento en el mercado.