La madurez de un líder humanista se muestra en su asertividad

“La diferencia básica entre ser asertivo y ser agresivo es lo que nuestras palabras y comportamiento afecta a los derechos y el bienestar de los demás”.

 

Sharon Anthony Bower (1934)

 

Por Jaime Cervantes Covarrubias. Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, CDMX (México). Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, Madrid (España)

Asertividad
Imagen: cortesía del autor

 

La asertividad de un líder humanista es notable en el cómo comprende, asimila y afronta la complejidad de la vida con naturalidad; es evidente su absoluto respeto a la integridad moral de las personas sin importar la situación, y logra comunicarse con ecuanimidad y entereza priorizando el valor del bienestar común.

 

Construir bienestar no es tarea fácil. La cotidianidad es un embrollo que a menudo provoca confusión en la toma de decisiones; es común encontrarnos inmersos en cierta incertidumbre sobre nuestro futuro y eso no nos permite tener claridad y confianza para proceder, tiende a paralizarnos. La probabilidad de que ocurran riesgos, menores o catastróficos, debido a las infinitas variables que tenemos en la actualidad cada vez son mayores y, por lo tanto, los desafíos para sobrevivir nos llegan a intimidar. La vida entonces es compleja de entender y afrontar. Vivimos, pues, inmersos en un cambio vertiginoso y caórdico al cual nos resistimos y negamos, con mucho miedo de dejarnos fluir; preferimos mantener un estatus quo, rutinas o hábitos que detienen nuestra evolución.

 

Una actitud asertiva muestra la modelación y modulación de carácter de un líder humanista de atreverse a fluir en complejidad dinámica, sabiendo que no tiene el control de la vida; demuestra con humildad el reconocimiento de lo difícil que puede ser el resolver su propia existencia o diversas circunstancias y lo hace saber y notar con prudencia, firmeza y sencilla elocuencia.

 

Pero para lograrlo, es necesario rendirse a sí mismo/a y, a partir de la aceptación de su propia complejidad e imperfección, lograr la armonía del bienestar al aprender las siguientes competencias:

 

  1. Manejar la ambigüedad: comprende lo que no está dentro de su área de control y lo que sí puede controlar; entiende la incertidumbre, la falta de claridad o inconsistencia de la causalidad y fluye sin resistencia a esa constante, se vuelve creativo/a y se adapta al cambio con soltura.

 

  1. Manejar su narcisismo: entiende la naturaleza del ego, lo modela y lo domina con conciencia e inteligencia. Sabe cómo aprovechar lo positivo de esta conducta para conducir proyectos ilusionantes en beneficio de las personas; simultáneamente es consciente de sus debilidades y  de la delgada línea de lo que puede alterar su propia conducta hacia una versión distorsionada basada en una baja autoestima, grandiosismo y necesidad de reconocimiento excesivo, una clase de lado oscuro.

 

  1. Manejar el conflicto: no personalizar los problemas y solucionarlos con madurez. Sabe que el conflicto es parte de la naturaleza de la humanidad y es inevitable. Entiende que aunque parezca que dos personas parecen incompatibles, no lo son tanto, y por ello negocia y acuerda a través de un diálogo abierto, concilia, consensa y resuelve dirigiendo la situación coyuntural a un cambio o mejora para ambos. Un ganar-ganar.

 

  1. Tolerar la frustración: acepta el fracaso y asume la verdad, fluye y avanza. Entiende lo que provoca una situación desfavorable, asimila la reacción condicionada o incondicionada e invierte el efecto (des) motivacional y lo convierte en una oportunidad de aprendizaje. Aprende que sembrar expectativas es cosechar frustraciones y no lo vuelve a hacer.

 

  1. Manejar su propia vulnerabilidad: tiene la capacidad de aprovechar su más profunda inseguridad, miedo, defecto o inconsistencia irracional como medio para relacionarse con otras personas de forma humilde, amorosa y respetando su vulnerabilidad. Se vincula con pleno conocimiento de sí mismo/a, siendo lo que es en lo “fuerte y en lo débil”, con seguridad personal holística y manifiesta.

 

  1. Ser resiliente: observa, comprende y decide lo pertinente ante crisis, traumas y pérdidas. Tiene la capacidad de superar la adversidad por medio de la compensación, protección o el encarar desafíos, y así aprende a dominar el estado de estrés para convertirlo en un proceso de transformación constante, de adaptación positiva, y florece en una mejor versión de sí mismo/a e inspira a los demás a seguir ese camino evolutivo.

 

La actitud asertiva, entonces, se convierte en una herramienta de afrontamiento bio-psicosocial y emocional que permite autorregularnos en plena autoconfianza del buen decir y proceder al acuerdo del bien común. Es abrirse a la abundancia de la diversidad en plenas facultades de salud mental y ecuánimes ante las circunstancias y el otro.

 

La asertividad de un líder humanista se siente con la aceptación de vivir tal cual es la realidad, con solución o no, sin defensa caprichosa y poniéndola al servicio de fines humanizantes que dignifiquen nuestra herencia simbólica, es decir, nuestra existencia.

 

Contacto: jaime.cervantes@liderality.com