Más que un hábito, estilo de vida: consumo consciente
Por Griscelda Ramos*
Como parte de una sociedad en constante transformación, a diario nos enfrentamos con cambios que nos impulsarán a definir metas personales y nos acercarán a los logros propios. Así también, cada decisión que tomemos es una oportunidad de dejar una huella positiva a nivel comunidad. Hoy se desdibujan algunas convenciones sociales y se abre paso a estilos de vida que han tomado la sostenibilidad y el consumo consciente como bandera.
No es algo nuevo. En 1992, durante la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en Brasil, se destacó la necesidad de generar iniciativas de consumo que consideran la conservación del medio ambiente. Actualmente, el concepto de consumo responsable se extiende por todo el planeta, ampliando su impacto a las esferas social, laboral, ambiental y política.
De acuerdo con un análisis publicado por Nielsen al respecto de las tendencias y estrategias en América Latina de los compradores, las adquisiciones de productos se realizarán de manera sustentable, convirtiéndose en un elemento más relevante para las nuevas generaciones.
Sabemos que no se trata de comprar por impulso o hacerlo por el atractivo diseño de un empaque. Las compras conscientes involucran una introspección individual sobre los productos que se adquieren: su origen, los materiales con que fueron elaborados, su efecto en el medio ambiente, las condiciones laborales de los trabajadores que lo produjeron, cómo fueron probados, incluso, el fin que tendrá el envase o residuos del mismo, solo por mencionar algunos conceptos. La gran pregunta es: Este producto, más allá del beneficio económico y utilidad, ¿cómo contribuye a construir un mundo mejor? Si, la respuesta puede estar en la etiqueta, pero es importante investigar un poco más sobre su historia.
De manera paralela, es fundamental seguir algunas recomendaciones, como adquirir productos de mayor calidad y duración. En algunos casos, potenciar la reparación de ciertos objetos es una alternativa de alto impacto. Además, no olvidar las tres R de la sustentabilidad: reduce, reutiliza y recicla.
Sin embargo, las personas suelen reconocer que sus decisiones individuales, a pesar de ser muy valiosas, tienen un alcance limitado. En este sentido, exigen que las organizaciones y empresas asuman su parte de responsabilidad social a todos los niveles, reduzcan su huella de carbono y gestionen verdaderos compromisos ambientales con total transparencia.
En Natura hemos evolucionado de la mano de las personas, por eso estamos comprometidos en aportar al bienestar de las comunidades en todos los sectores. Trabajamos para maximizar nuestros impactos positivos y mitigar los negativos, esto gracias a la innovación, la circularidad y las soluciones regenerativas, manteniendo la neutralidad de emisiones de carbono y dirigiéndonos al Net Zero, además de aumentar el uso de materiales renovables y reciclados en los envases. La Amazonía representa nuestra principal plataforma de innovación y, por medio de ella, ampliamos la inversión en la conservación y en la regeneración de la biodiversidad.
Por su gestión de las emisiones de Gases de Efecto invernadero (GEI), Natura integra la lista de los líderes mundiales del CDP (Carbon Disclosure Project) en prácticas de combate al cambio climático. En 2022, alcanzamos en la evaluación el inédito puntaje “-A”. Además, se destacó nuevamente en el índice de compromiso con proveedores del CDP por el trabajo con su cadena de valor.
Así mismo, respetamos los Derechos Humanos y los promovemos en toda nuestra cadena de valor. A través del Instituto Natura y las Fundaciones Avon, impulsamos el acceso a la educación, combatimos la violencia contra mujeres y niñas y apoyamos la lucha contra el cáncer de mama.
Nos sumamos al consumo consciente con cada una de nuestras acciones y con una historia en cada producto que se ha elaborado para aportar valor a la sociedad, para preservar el medio ambiente y restituir todo lo que nos ha dado.
*Griscelda Ramos es directora de Sustentabilidad de Natura México