Abrazar la inteligencia creativa

 

Por un futuro innovador pudiendo ejercitar nuestra Inteligencia Creativa y olvidándonos del monopolio colorido, participativo, costoso e ineficiente del Design Thinking.

 

Post its

 

Por Florencia Davidzon*

 

 

Design thinking, en español diseño de pensamiento, resulta ser un verdadero oxímoron. Un termino que se ha vuelto con su moda un imperativo poco inteligente al querer regular la creatividad humana siguiendo un proceso para hacer innovaciones. A través de él se buscaba cosificar una sola forma posible de hacer las cosas para transformarlas de oportunidades a prototipos. Sin embargo, empaquetar el pensamiento es algo a lo que nunca quisiéramos aspirar. Es valido diseñar e intentar cosificar soluciones para el mundo real y apoyarnos de múltiples herramientas, diversas y cambiantes, pero nunca estancar nuestra imaginación y nuestro pensamiento.

El design thinking, creo yo, pronto será recordado como ese proceso y herramienta que se impuso a fines de los 90´ y se popularizó en el 2004 haciéndose pasar como un método ´ novedoso ´ de innovación para el diseño de servicios y productos, algo que en realidad se venía desarrollando desde los años 60; una solución que abrazaron las corporaciones porque se la vendió como una forma de trabajo donde se los incluía en la creación de soluciones y se les daba un rol en el proceso de innovación a partir de sistematizar mejor y estructurar los tradicionales brainstormings. Al armarse un proceso, y un combo de actividades secuenciales de lógica fordista para la innovación, se les ofreció a las empresas un prescriptivo que organizaba las actividades de forma lineal entre lo divergente y convergente, para finalizar en prototipados. Se partía de que la solución y el resultado estaría garantizada al organizarse un sistema de trabajo que integraba a diferentes actores y campos de experiencia, además que mediante la participación de esos equipos multidisciplinarios se iban a poder establecer soluciones nuevas y más creativas.

Sin embargo, el design thinking no ha resultado porque no pudo solucionar lo que si hace mejor un grupo más reducido de personas, gente con perfil creativo enfocado en un reto de innovación como su principal actividad. Eso no quiere decir que no puedan hacer equipo, tener encuentros con espacios de ideaciones, y requerirse de involucramiento en momentos claves con stakeholders principalmente para definir los desafios, las expectativas y validar soluciones para llegar a acuerdos y la definición de responsablidades en planes de implementación.

¿Y ahora que se cae el Design Thinking, cómo se resolverá entonces las innovaciones que necesitan hacer las organizaciones para hacer crecer y evolucionar sus negocios?

Tal vez, volviendo a la inteligencia creativa, un concepto que no es nuevo pero que aún no ha ganado tanta popularidad.

Abrazar la inteligencia creativa es una oportunidad y camino porque es más un marco, un paradigma desde el que se puede trabaja para detonar innovaciones, pero no es una herramienta, ni un proceso. Es partir de la idea de que podemos conectarnos con nuestra propia humanidad e individualidad, experiencias, etc. para encontrar soluciones y divisar formas de hacer las cosas mejor. Desde la inteligencia creativa podemos siempre enfrentarnos a problemas no con una caja de herramientas cerradas y ordenadas de nuestro mundo, sino partir de nuestras mente-corazón en expansión; eso nos permitirá resolver múltiples desafíos de forma única y más eficiente.

Bruce Nussbaum, profesor de Parson The New School of Design N.Y., un hombre que apoyaba el Design Thinking en el pasado, se ha convencido de lo que todos los creativos y muchas desde el diseño y las agencias de publicidad sabemos y padecimos alguna vez, del corsét impuesto por un proceso como única forma válida de hacer las cosas. Él, desde hace unos años (2012) empezó a predicar en favor el CQ, o el Creative Inteligence, desde su libro que lleva este nombre, porque se convenció que el CQ al no ser una herramienta sino una habilidad expandía la posibilidad de ejercitar y producir mejores innovaciones. Bruce Nussbaum planteó 5 competencias del CQ:

1) el poder hacer minería de conocimiento relevante en un contexto,

2) poder darle forma y marco, interpretar el mundo de una manera de una manera significativa,

3) el tomárselo como un juego entre poca gente lista que tiene desafíos y no teme fallar buscando soluciones en plural, porque sabe que hoy no tendría mas validez la dinámica de problema-solución como si hubiera una sola respuesta posible,

4) hacer manejo y gerenciamiento del mismo y

5) darle escala.

Algo interesante de la voz de este profesor fue animarse a criticar el proceso de brainstorming creado por los publicistas en los 30´ — basado en juntar gente inteligente en un cuarto y pedirle que tiren ideas esperando que alguna -siguiendo la analogía del espagueti- se pegue en el azulejo y no caiga-. Poder advertir que ninguna gran disrupción de innovación resultó de hacer esta práctica. De allí Bruce propuso reemplazar la lluvia de ideas por lo que él llama: la generación de un Playground, o un espacio para “el circulo mágico”: de poca gente -dos o tres personas- listas/inteligentes que sienten confianza entre ellas -porque se conocen bien- y pueden juntarse a “jugar” y a conectar ideas de forma lúdica con permisos para improvisar soluciones.

Este camino, implica cambiar la mirada, nos invita a actuar con inteligencia creativa, y esto nos permitriria ser más exitosos. Robert Sternberg de la Universidad Cornell de NY, propuso lo mismo y usa ese término. Auspicia un mayor éxito porque este camino nos obligaría a integrar nuestra inteligencia y la de las organizaciones, en tres aspectos: el análisis, la creatividad y la práctica.

La inteligencia para el aspecto del análisis es importante porque resuelve problemas y puede juzgar la calidad de las ideas, la inteligencia de creatividad resulta necesaria para formular buenas preguntas, problemas y generar ideas. Y la inteligencia práctica se requiere para poner las ideas en movimiento de manera efectiva en la vida cotidiana. Además de estas tres capacidades se debe tener lucidez para saber en qué momento y cómo usarlas, ser un buen jugador y tener la pelota en el tiempo justo y decidir patear.

La consultora y network de creativos que trabajan en colaboración, Sense Network, define 5 principios de la Inteligencia Creativa que permiten la innovación, entendida más que nada como una actitud ante la vida, claramente no tan presentes ni valoradas en el proceso y modelo tradicional de design thinking,

  1. Mirar y buscar fuera de lo masivo; ninguna idea nueva o radical se encontrará en el mainstream, por lo general estas serán rechazadas, por eso se prescribe más crear grupos y relaciones con lo extraño, con lo extremo y diverso para encontrar oportunidades no convencionales a los problemas convencionales.
  2. Alimentar el espíritu crítico y escéptico del conocimiento estancado o adquirido. Tener siempre el gusanito por seguir cuestionando y aprendiendo. Desconfiar de las cosas que se asumen en el presente como verdades inamovibles. No tomar nada como certero ni válido hasta que no se demuestre eso, o lo contrario. Desapegarse de conceptos, frameworks y no cargar sesgos cognitivos, así promover siempre el pensamiento nuevo, fresco, la curiosidad, estar abierto y receptivo a nuevas posibilidades.
  3. Animarse y tener resiliencia para vivir abrazando la ambigüedad. Algo que puede generar mucha ansiedad para muchas personas y organizaciones que quieren moverse en la certeza y minimizar riesgos.Sin embargo, el que no esta dispuesto a reformular la realidad a partir del pensamiento, la imaginación y la intuición, será difícil que pueda formular soluciones creativas e innovadoras con estrategia para un futuro de datos no siempre totalmente conocidos.
  4. Desarrollar una actitud mental experimental. Darle la bienvenida a ideas, predisponerse el testeo y pruebas ágiles a fin de tomar mejores decisiones. Confiar en la intuición y luego buscar robustecer estas ideas probándolas, estirándola, y terminándolas de construir con mejor destreza.
  5. Procurar hacer las cosas diferentes dentro de la propia rutina. Integrar lo diferente a lo de siempre, y dejar que empiece a influenciarse y fluir de manera orgánica estos dos mundos.

Agregaría algunas más de mi propia experiencia como investigadora, estratega, y creativa madre de muchas ideas, proyectos e innovaciones:

  1. Permitirse el equivoco, el “fracaso”, y correr riesgos. El que hace y prueba se equivoca, es parte de la ecuación, por ende, el que no quiere equivocarse mejor no hacer nada, o no dedicarse a esto.
  2. Tener fortaleza, entereza emocional, y resiliencia, o tener destrezas para manejar el rechazo, la burla, el juicio y los obstáculos que aparecerán en el camino por tomar una alternativa nueva y diferente.
  3. Darse el tiempo suficiente para conectarse con información diversas, poder hacer conexiones, y definir soluciones reflexionadas, para decantar las cosas en soledad y en equipo. Dejar de hacer prototipos creando como si fuera una cadena de fast food contra el reloj. La creatividad y las ideas no aparecen en un marco regulado de ejercicios programados secuenciales. Se requiere de tiempo para comprender la situación, procesarla, conectar cabos sueltos, e imaginar posibilidades que no existen al momento.

Apostar a la inteligencia creativa puede no ser algo cómodo para todo el mundo, por eso aunque todos tenemos ese potencial y se predique que “todos somos creativos” en la práctica no lo somos, muchos no estan -conciente o inconcientemente- dispuestos a moverse en ese espacio. Lo que no puede querer hacerse es cambiar la naturaleza -o los principios de la creatividad- para forzar que estos se amolden a las organizaciones, imponer un modelo donde no se ejercita ni se espera la disrupción real sino se refuerza el accionar hacia la certeza como intentó el design thinking más implementado o interpretado según sus defensores.

Decidir innovar empieza por aceptar estas cuestiones y por liderar proyectos incluyendo a las personas idóneas para eso. Contratando gente que internamente lleve a la organización pensamiento creativo, gente que vive la creatividad como una fuerza, un energia, y una forma de vivir, y que no pudiera ser de otra forma aunque quisiera. Darles responsabilidades, confianza, y un espacio seguro tanto para generar ideas como para poder implementarlas.

Otra opción es seguirse acompañando de especialistas con estas capacidades, y tener un vinculo de confianza como cuando se acude a un buen dentista dentista. Esperando que aporte soluciones desde sus práctica, y que su generación de ideas parte de cultivarse alejados de la oganización en espacios “sagrados” entre pares donde se potencian sus habilidades para ofrecer sus goodies a las compañias dispuestas a tomar riesgos y hacer cambios culturales con gente interna enfocada en eso.

La innovación, en su etapa inicial de generación de ideas y soluciones, como se expuso no esta en el proceso ni en el sistema, ni en la cantidad apabullante de post its; esta en el talento humano que entrega resultados a partir de un trabajo enfocado, en un espacio de confianza y comodidad para jugar y equivocarse, y por sobre todo se logra detonar cuando se hace disfrutando y en colaboración, no es para todos, y no tendría por qué serlo, es sólo para los que están motivados a pisar las arenas movedizas de la creación.

* Florencia Davidzon es estratega, investigadora y diseñadora UX-CX, especialista en futuro y docente.