Tecnología e innovación: las llaves para sacar a América Latina del limbo financiero
Por Gabriela Jiménez, Coordinadora de Media & PR de Miranda Partners
La ineficiencia, la burocracia y la inseguridad solían ser algunos factores que frenaban el avance de países como México en operaciones financieras cotidianas, tales como comprar bienes y servicios o bien, actividades básicas para lograr estabilidad y bienestar económico, como ahorrar o invertir. Sin embargo, hoy en día las cosas están cambiando.
Cada vez son más las startups mexicanas y latinoamericanas que surgen con el propósito específico de acotar estos obstáculos con ayuda de la tecnología, y en el camino están logrando lo que las instituciones tradicionales no han hecho en décadas: dar acceso al sistema financiero a millones de personas con capacidad de consumir, ahorrar e invertir, aprovechando el gigantesco margen de maniobra que existe para mejorar la calidad de vida de las personas.
La pandemia ha forzado la aceleración de estos procesos. Antes de la contingencia sanitaria la mitad de la población en América Latina no estaba bancarizada. De acuerdo con datos de Mastercard, entre mayo y septiembre de 2020, cerca de 40 millones de personas abrieron una cuenta bancaria. Esta expansión ocurrió gracias a que las plataformas financieras permitieron a la gente realizar operaciones en línea de manera rápida y sencilla, dadas las limitaciones para asistir de forma presencial a las sucursales, lo que normalmente significaba hacer largas filas o esperar por horas para ser atendidos.
La cada vez mayor penetración de internet en México y la región, acompañada de la digitalización del consumo ha permitido que por primera vez en 2021 las compras electrónicas por medio de teléfonos celulares fueran mayores a las hechas mediante las computadoras de escritorio, según datos de EBANX y Americas Market Intelligence.
Con la reapertura económica se han presentado también nuevos horizontes para quienes desean hacer operaciones consideradas, por años, como “fuera de su alcance”, tal es el caso de las inversiones. Para muchos la simple existencia de una herramienta ágil y confiable que les lleve de la mano en un proceso aparentemente sinuoso ha sido suficiente para animarse a dar el primer paso y comenzar a invertir.
Hace unos meses Flink, la plataforma mexicana de inversión en acciones fraccionadas, reportó que de sus más de 1 millón de clientes, 85% eran inversionistas primerizos. El año pasado en EE.UU. se reportó un aumento de aproximadamente 6 millones de cuentas nuevas, gracias a plataformas tecnológicas como Robinhood o Charles Schwab.
En el caso específico de las inversiones en acciones fraccionadas las distancias con las herramientas tradicionales son abismales. Estamos hablando de la posibilidad de abrir una cuenta en minutos en vez de días o incluso meses, o de empezar a invertir desde un dólar, en vez de cientos de dólares de pago inicial. Todo ello a través de la comodidad de un teléfono inteligente.
La innovación de estas plataformas, contrario a lo que se podría pensar, no está en imitar modelos de negocio del extranjero, por muy disruptores que hayan sido en sus países de origen. La verdadera innovación consiste en satisfacer las necesidades de los mercados propios mediante la tecnología para dar mayor agilidad y acceso, y con ello mejorar la calidad de vida de los consumidores a quienes las fintech latinoamericanas están dirigidas.