Día Mundial de la Propiedad Intelectual: Caminando hacia un futuro verde…
Por: Fernando Becerril*
Este 26 de abril, como cada año y desde el año 2000, se celebra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, fecha que conmemora la fundación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), un organismo que forma parte de la Organización de las Naciones Unidas y cuyo principal objetivo es la promoción de la protección de la propiedad intelectual, así como la definición y establecimiento de las estrategias necesarias para garantizar que la protección de los derechos intelectuales sea la más adecuada de manera global.
Y a manera de reconocimiento a la creatividad, el ingenio, la innovación y con ello al desarrollo de la sociedad misma, es que, como lo ha hecho en los últimos 20 años, para este año la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) ha definido un tema específico con el objetivo claro de traer el mismo a la mesa del análisis y la discusión pública y que con ello se pueda compartir y demostrar cómo todo el sistema de propiedad intelectual contribuye al florecimiento de la música, las artes así como a fomentar la innovación tecnológica.
Así, este año la OMPI decidió emprender la campaña denominada “Innovar para un futuro verde”, para que de manera decidida y compartida se hagan todos los esfuerzos a nivel global con el fin de generar consciencia sobre la importancia de definir un rumbo en nuestro futuro que nos permita, si bien generar desarrollo tecnológico, también que este desarrollo sea orientado a la búsqueda del balance ecológico y climático de nuestro único hogar, la Tierra.
Claramente, los expertos en materia ecológica han declarado de manera recurrente en los últimos años que estamos en el límite donde el daño que hemos ocasionado al planeta, resultado del uso indiscriminado de productos y prácticas depredadoras a nuestro entorno, sea irreversible. Nos quedan ya muy pocos años para cambiar el rumbo de nuestro actuar y con ello tratar de revertir la huella que hemos dejado como civilización o de lo contrario, en algunos años, pocos o muchos, veremos cómo nuestra calidad de vida y los ecosistemas que conocemos pasarán a convertirse en páramos desérticos de los que difícilmente nos sobrepondremos como grupos social.
Por ello, enfocarnos hacia lo verde e innovar para un futuro con estas características es indispensable y para ello es importante dirigir el esfuerzo y tener claro hacia dónde tenemos que caminar. Cuando pensamos en “verde”, normalmente lo relacionamos con al menos tres diferentes connotaciones: la sostenibilidad, la estrategia de economía circular y el medio ambiente. Innovar teniendo consciencia de cuidar estos tres conceptos es lo que nos permitirá conseguir la meta planteada en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Esta agenda, aprobada por todos los estados miembros de la ONU en el año 2015 constituye una voz que llama “a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en el mundo”. Y para ponerse en acción, definió 17 objetivos que deberán cumplirse para considerar que el fin de este esfuerzo se ha logrado. Entre estos objetivos que incorpora temas como mitigación del hambre, fin a la pobreza y paz, justicia e instituciones sólidas, también existen los que están enfocados al desarrollo de energía asequible y no contaminante, producción y consumo responsable, acción por el clima e industria, innovación e infraestructura. Así las cosas, la Agenda 2030 está claramente alineada en materia de desarrollo tecnológico con lo que se estableció en 1987 en el denominado Informe Brundtland. En estos documentos que se conocieron como Our Common Future se acuñó el término desarrollo sustentable y el mismo fue definido como aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
Kofi Annan en alguna ocasión dijo “La educación no solo enriquece la cultura… es la primera condición para la libertad, la democracia y el desarrollo sostenible” y en esa línea, la de la importancia de la educación para conseguir una mejor calidad de vida y un desarrollo sostenible, desde hace años OMPI estableció una plataforma denominada WIPO Green que promueve un ecosistema entre un gran número de innovadores a nivel mundial para que se vinculen y establezcan lazos para comercialización, licenciamiento o distribución de tecnologías verdes, con la intención no solamente de acelerar los procesos de innovación y difusión de las tecnologías sino también contribuir a los esfuerzos de los países con menos capacidades tecnológicas de atender la problemática de cambio climático.
Y con esta iniciativa, también algunos países han desarrollado políticas para promover y facilitar a los emprendedores a proteger de manera expedita y eficiente todos aquellos desarrollos tecnológicos enfocados en el desarrollo sustentable. Por supuesto que, a la fecha, la gran mayoría de las invenciones que se presentan a nivel mundial todavía están orientadas a los procesos tradicionales, sin embargo, hay que reconocer que cada vez con mayor frecuencia y velocidad se están generando innovaciones relacionadas con energía, contaminación y desperdicios, agua, agricultura y silvicultura, construcción y transporte con una visión mucho más sustentable.
De esta forma, el sistema de propiedad intelectual del mundo está aportando su capacidad al desarrollo de una cultura que nos permita cambiar el destino de nuestro planeta, con la promoción del desarrollo de nuevas tecnologías limpias, sustentables y benéficas no solo desde el punto de vista económico sino también desde una perspectiva social, así como en la protección de los recursos genéticos y conocimiento tradicionales sin descuidar que, es indispensable cuidar la protección jurídica de quienes apuestan al proceso de innovación, pero también que el progreso y el bienestar de la humanidad dependen de esa capacidad de crear e inventar.
Sin embargo, todo este proceso de innovación no podemos delegarla en unos cuantos. Para crear nuestro futuro, la ciencia y la tecnología tendrán un papel protagónico, pero gobiernos, industrias y nosotros mismos debemos aportar nuestras capacidades para establecer vínculos que nos permitan crear las condiciones que puedan mejorar la expectativa para las siguientes generaciones. Durante la historia de nuestra raza, hemos sido capaces de evolucionar y pasar de ser recolectores y cazadores, a poder volar, explorar el fondo del mar y el espacio exterior e inclusive a manipular nuestro propio genoma para alterar nuestras condiciones naturales. Sería inexplicable y fuera de toda lógica que no podamos encaminar nuestros esfuerzos a crear un mundo con mejores condiciones de las que tenemos ahora, pero sin impactar de la manera en que lo hemos hecho en nuestro entorno.
Nos hemos convertido en los últimos 100 años en el terror del ecosistema y hoy está en nuestras manos intentar revertir esa situación. Mikjail Gorbachev en algún discurso mencionó que “cuando las generaciones futuras juzguen a las que vinieron antes respecto a temas ambientales, tal vez lleguen a la conclusión de que no sabían: evitemos pasar a la historia como las generaciones que sí sabían, pero no les importó”.
Así que hoy todos tenemos una responsabilidad con las futuras generaciones. Tenemos que seguir trabajando e innovando con una consciencia clara de no afectar nuestro equilibro ecológico y promover la creación de tecnologías verdes que nos permitan un desarrollo sostenible real.
Si queremos hacer cosas nuevas, tenemos que dejar de hacer cosas viejas como decía Peter F. Druker. El futuro está en nuestras manos y para ello tenemos que voltear a ver lo hecho, enmendar lo que no se haya realizado bien y seguir desarrollando con una visión más de largo plazo. Debemos de estar cada vez más comprometidos con nuestro entorno y con las generaciones que nos seguirán. Tenemos el compromiso de entregarles un mundo mucho mejor del que recibimos. Un mundo más verde del que hoy tenemos. Y eso es por lo que tenemos que vivir. Una vida con sentido es muy satisfactoria aún en medio de dificultades, y el sentido de nuestra vida debería de ser un futuro verde y sostenible para heredar a nuestros hijos.
* Fernando Becerril es socio senior de BC&B, firma consultora especializada en temas como propiedad intelectual, fiscales, legales, organizaciones, PyME’s, y para las grandes corporaciones.