ChatGPT para el marketing de contenidos: copyright y otros problemas

La reciente comparecencia de Sam Altman en el Congreso de los Estados Unidos puso de manifiesto la necesidad de regular el uso de ChatGPT, y otros sistemas de IA avanzados a nivel global. Apenas se empezó a explorar la superficie del problema de la inteligencia artificial generativa y sus posibles consecuencias en una amplia variedad de ámbitos.

ChatGPT para el marketing de contenidos: copyright y otros problemas
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Dejando al margen –por el momento– los escenarios catastróficos donde la IA se vuelve contra sus creadores y amenaza a la propia especie humana, en el Congreso se mencionaron cuestiones más inmediatas como la pérdida masiva de puestos de trabajo, la privacidad de los usuarios de estas Inteligencias Artificiales, y el uso indebido de contenidos protegidos mediante copyright.

Este último aspecto es uno de los que más debería preocuparnos a la hora de usar ChatGPT para crear contenidos orientados al marketing, sobre todo porque seremos nosotros, y no tanto OpenAI o ChatGPT, quienes tendremos que justificar ante nuestros clientes cualquier infracción de copyright. Nos conviene, cuanto menos, hacer un uso prudente de esta IA.

ChatGPT y plagio, ¿qué dicen las creadoras y creadores?

Uno de los principales problemas de ChatGPT es que su sistema de creación de contenidos se nutre de textos redactados por millones de autoras y autores en todo el mundo para generar los suyos propios. Con frecuencia, el texto devuelto por ChatGPT cuando le hacemos una consulta consiste casi en una réplica del texto de referencia, con ligeros cambios gramaticales. Tan ligeros, que las denuncias por plagio pasan a ser una posibilidad muy real.

El problema no es exclusivo de ChatGPT, sino de todas las Inteligencias Artificiales generativas. Stable Diffusion y MidJourney utilizan fotografías e ilustraciones de creadores y creadores que no dieron su consentimiento para ello y que denuncian el plagio que estas Inteligencias Artificiales hacen de su trabajo. La batalla legal, sin embargo, promete ser muy larga, sobre todo considerando que este tipo de IA tienden a moverse por ambiguas zonas grises dentro del marco legal… y el ético.

Desde el punto de vista práctico, y en lo que concierne a las prácticas de marketing, una consigna está clara: el texto final de cualquier contenido creado a partir de ChatGPT –lo que publicaremos en nuestras landing pages o en los blogs de nuestros clientes– debe ser manifiestamente distinto de cualquier otro texto, y, en lo posible, debemos encontrar la manera de citar las fuentes empleadas por ChatGPT: algo que esta IA tiende a evitar.

Más allá del plagio, los problemas se le acumulan a ChatGPT

En su estado actual, la IA es una especie de ‘salvaje oeste’ donde casi cualquier cosa es válida. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones –con el surgimiento de las redes sociales o las criptomonedas, por ejemplo–, la tecnología va muy por delante de la regulación. Por eso, Inteligencias Artificiales como ChatGPT no solo se sustentan gracias a prácticas opacas en torno al respeto por el copyright y el talento humano, sino que además pueden ser utilizadas de forma maliciosa.

El incremento masivo en la cantidad –y la calidad– de los ciberataques utilizando ChatGPT ha sido espectacular durante los primeros meses de actividad de esta herramienta. Particularmente peligroso está siendo su uso en el spoofing, que es una técnica de falsificación de páginas web, correos electrónicos y otras formas de comunicación digital para estafar a usuarios online. Por eso las empresas de ciberseguridad están más alerta que nunca.

El uso ético de ChatGPT está, de momento, solo en nuestras manos

Gracias al uso de una gramática impecable y una capacidad creativa insólita, ChatGPT es capaz de redactar correos maliciosos con los que los hackers son capaces de convencer a miles de víctimas online en cualquier lugar del mundo. Esto facilita el robo de sus tarjetas de crédito o sus cuentas online, y, además, permite crear correos personalizados en cuestión de segundos, lo que dificulta su detección por parte de las herramientas de ciberseguridad.

Por supuesto, desde el ámbito del marketing digital el uso de ChatGPT no tiene intenciones maliciosas ni se propone como una estafa. Sin embargo, el debate ético sigue estando sobre la mesa. La potencia de esta IA generativa no tiene precedentes, y depende de nosotros hacer un uso prudente de su capacidad para evitar consecuencias negativas en el futuro.

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