Empoderarlas hoy para que mañana su futuro sea equitativo y próspero

Por Catalina Irurita Gómez, KOL Marketing y empoderamiento femenino

Aún en el siglo XXI, es innegable que las mujeres continúan enfrentando situaciones de violencia, abusos y un trato desigual tanto en su hogar, como en su entorno de trabajo y sus comunidades solo por el hecho de ser mujeres, incluso en algunas ocasiones se les sigue negando las oportunidades para aprender, obtener ingresos, hacer oír su voz y liderar.

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Imagen: Pixabay

 

En pro de lo anterior, es de vital importancia impulsar el empoderamiento y autoestima femenina desde temprana edad. De acuerdo con cifras del INEGI, México está poblado por más de 126 millones de personas, de las cuales 51.2% son mujeres y 48.8% hombres. 

Las estimaciones para 2030 muestran que México continuará siendo un país con una proporción importante de población joven, ya que las barras de la base de la pirámide (hasta 24 años) siguen siendo más amplias que las de los grupos de edad superior.

El empoderamiento es el proceso de fortalecer conocimientos y capacidades para ejercer el poder y tener libertad, información y apoyo para tomar decisiones y actuar por hacerlas realidad, es una estrategia clave para superar las desigualdades de género que afectan a millones de niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe.

Mediante la alfabetización y la adquisición de confianza y competencias comunicativas, la educación se convierte en pieza clave para empoderar a las mujeres y permitirles así convertirse en líderes, sin embargo, de acuerdo con cifras del INEGI (2020), en México, 6 de cada 10 niños entre los 15 años son mujeres que no han tenido acceso al sistema educativo.  

Estudios muestran que, a partir de los cinco años, muchas niñas comienzan a desarrollar creencias autolimitantes y piensan que no son tan inteligentes y capaces como los niños. Dejan de creer que su género puede llegar a ser todo aquello que sueñan. Este problema se denomina "brecha de los sueños”. 

Por otra parte, aunque las niñas salen mejor evaluadas en matemáticas en comparación con los niños, conforme van creciendo está habilidad disminuye porque en sus propias familias se les inculcan roles alejados a las áreas tecnológicas y crecen con la idea de que la tecnología es para los hombres. 

Lo que se ve reforzado en una investigación publicada en la revista Science, las niñas desde edades tempranas son afectadas por los estereotipos de género impactando en sus intereses y aspiraciones. Por lo que empiezan a evitar actividades relativas a los niños que consideran “brillantes”, lo que hace que desde esta etapa exista una brecha en el desarrollo y gusto por áreas de conocimiento en las que suelen trabajar los científicos y los ingenieros, o carreras STEM por sus siglas en ingles Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). 

Además, aunque ya hay mayor cercanía en estas cifras debemos continuar fomentando el liderazgo y la autoestima en las niñas y, por otro lado, educar a niños en igualdad de género desde pequeños.

 En edades muy tempranas (0-12 años) los prejuicios apenas existen, lo que favorece que interioricen un comportamiento cívico basado en la igualdad y el respeto hacia uno mismo y los demás, dejando de lado los roles de género.

Esta disparidad de género es alarmante, sobre todo teniendo en cuenta que las carreras STEM se consideran a menudo los empleos del futuro, que impulsan la innovación, el bienestar social, el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible. 

Una encuesta regional del Banco Interamericano de Desarrollo reveló que el miedo a la discriminación y los prejuicios sobre las niñas y las mujeres en STEM están muy extendidos, pues se estima que ocho de cada diez jóvenes creen que sufrirían discriminación si siguieran una carrera de esta rama. Además, la encuesta detectó una brecha de género de casi 30 puntos porcentuales en el deseo de seguir carreras STEM.

El compromiso por la igualdad de derechos es ineludible, ya que las niñas y adolescentes siguen enfrentándose a situaciones de vulnerabilidad por su condición de ser mujer. Los padres de familia deben tomar la responsabilidad de producir de manera permanente el conocimiento y apropiación de sus derechos, en particular su derecho a decidir por sí mismas, a conocer y estar involucradas en todos los asuntos que implican su vida y su desarrollo, dejando de lado la visión adultocentrista y forjando su criterio para la toma de sus decisiones.

Algunas acciones que como padres podemos generar para empoderar a nuestras niñas es poner a su disposición, contenido inspirador con modelos reales que les permitan imaginar que pueden ser cualquier cosa que se propongan además de fomentar como padres y educadores, el juego con propósito, en donde a través de una forma lúdica, se fomente la imaginación y la expresión de ideas y sentimientos con libertad.   

Si nos ceñimos a estos principios y los ejercemos con las niñas desde temprana edad, es muy probable que, a futuro, podamos vivir ejerciendo con tranquilidad nuestros tan luchados derechos escuchándolas y manteniendo canales de diálogo y confianza que puedan promover su participación de forma que sientan seguridad y sean artífices de sus propios procesos. Es indispensable en cada ejercicio validar sus vivencias, y alentar la construcción de sus proyectos de vida, donde prevalezcan sus gustos, intereses y sueños.
 

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