¿Qué tipo de líder eres?

Por Sharahí Zamudio, investigadora de liderazgo y directora general de Licuadora, firma de soluciones integrales de comunicación.

Existen patrones de personalidad en el campo del liderazgo.

Es importante detectar el elemento que rige a cada líder y con base a esto determinar cuáles son las fortalezas que puede potenciar en cada uno de los proyectos que emprenda.

Sarahí

El  líder caracterizado con el fuego quiere resultados rápidos y visibles. Tiene la capacidad de determinar las fortalezas en sus equipos de trabajo y marcar caminos claros para lograr los objetivos del día a día. Sin embargo, debe trabajar más en las metas a largo plazo y en el compromiso con sus colaboradores. En general el personaje de fuego funciona bien en proyectos emergentes y es uno de los más capaces para generar resultados durante una crisis.

 El agua quiere relaciones armoniosas y duraderas. Se trata de un liderazgo basado en las personas que logra buenos resultados en el ambiente laboral y genera compromisos a largo plazo, pero necesita cuantificar esfuerzos y clarificar metas de negocio tangibles, trabajar más en resultados de negocio. Es el menos propicio para afrontar las pendientes críticas, pero es quien mantiene unido al grupo y genera entornos de seguridad y armonía.

 El viento quiere la innovación y el cambio. Es un visionario nato: busca oportunidades y encuentra oportunidades donde los demás sólo ven incertidumbre y caos. Es capaz de modificar radicalmente el entorno para dar respuesta a necesidades futuras y expectativas de mercado que nadie imagina. Es diestro en el manejo de grupos de trabajo, creación de soluciones y adaptación a los entornos más complejos. Cree en la diversidad y apuesta por el cambio. Genera una gran capacidad de adaptación y respuesta en sus equipos de trabajo. Se trata de un líder enfocado y con gran energía. Sin embargo, le cuesta trabajo sostener lo que está bien en aras de su carácter revolucionario.

La tierra quiere estabilidad y orden. Tiende a respetar tradiciones y jerarquías. Es un líder estabilizador, consciente y que genera mucha certidumbre. Logra proyectar gran seguridad pero no sabe cómo actuar ante una crisis. Los cambios repentinos tienden a tambalear sus conceptos y apostar por “lo mismo de siempre”.  Su arraigo es su debilidad y fortaleza. Posee valores muy acendrados y gran fidelidad a sus equipos de trabajo. Sin embargo, necesita mayor agilidad para operar y adaptarse a los entornos.

Ahora, ¿cómo actúan ante la contingencia los diferentes tipos de líderes?

El líder de fuego establece rápidamente las líneas de acción y trabaja para ello. Determina acciones concretas para cada uno de los miembros de su equipo. Piensa rápido. Es altamente apasionado. Entre sus debilidades destaca el ser poco tolerante y explosivo.

El líder de viento asume que las crisis son su elemento por su capacidad de adaptación. Logra vislumbrar las oportunidades que tiene la empresa en tiempo real. Suele adaptar recursos y acciones para generar soluciones. Su debilidad es la inconsistencia. El no concretar soluciones en pos de nuevos rumbos. Sus colaboradores se quejan a menudo de “no poder seguirle el paso” a este visionario que muchos confunden con un soñador.

El líder de tierra genera certidumbre. Prodiga valores a sus equipos de trabajo. Es el líder capaz de identificar la causa primordial del trabajo. Es fiable. Sin embargo, su capacidad de acción es lenta y es reacio al cambio. Muchas veces asume papeles paternalistas entre sus colaboradores.

El líder de agua es el más empático y basa su liderazgo en las personas. Es altamente carismático y tolerante. Crea ambientes armoniosos de trabajo y genera compromisos de sus colaboradores a largo plazo. Pese a ello, es posible que no clarifique acciones, objetivos y metas, que al centrarse tanto en las personas, el área de tareas no logre consolidarse para tener buenos resultados de negocio. No es capaz, tampoco, de generar cambios y soluciones en tiempo real.

Ahora, ¿quién es el mejor líder?  La realidad es que no existe una respuesta como tal, ya que un dirigente tipo fuego puede caer en el pensamiento de “tiene que hacerse a mi manera”. En cambio, un jefe con una personalidad de agua puede traer demasiada parsimonia en los procesos.

Un dirigente tierra, en tanto,  puede elaborar una planificación detallada, pero retrasarse en la ejecución y acabar en parálisis por excesivo análisis. De forma similar, un líder de viento puede ser capaz de movilizar a la gente, pero postergar la ejecución.

En sí, estos perfiles pueden crear conflictos y/o sinergias. Es importante analizar cuál es el rasgo que posee cada directivo, las necesidades de la organización y proyecto que se le delega.