En la sombra: la pluma fantasma de Andrew Crofts

Por Luis Felipe Ferra

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En idioma español, el apelativo común para referirse a aquel escritor que empeña su pluma a cambio de dinero y a la par rehuye de la autoría de sus propios textos en aras de un tercero, solía ser “negro literario”. Entre la incorrección política propia de la expresión y la inexorable influencia del inglés, desde hace algunos años la preferencia es otra, el anglicismo ghostwriter. El británico Andrew Crofts es uno de los escritores fantasma más prolíficos del universo editorial anglosajón: ha escrito más de 100 libros para otros, lo mismo de ficción, de no-ficción y de negocios, y algunos se han abierto espacio como bestsellers. Pero Crofts no es ni de lejos el primer mercenario de las letras, el ghostwriting está detrás de varias de las grandes obras de personalidades capitales del arte universal como William Shakespeare (Christopher Marlowe), Alexandre Dumas (Auguste Maquet) o George Lucas (Alan Dean Foster). 

Fantasma

Si bien es cierto que escasas décadas atrás hubiera resultado impensable asumirse públicamente como “escritor de escritores”, cada vez es más frecuente encontrarse con profesionales que se presentan en sociedad como tal: teclear “ghostwriter” en Linkedin, es un ejercicio de franco interés antropológico. Ahí no para el chasco... Es preciso señalar que empresas se dedican a este propósito 24/7, y el portafolio de servicios incluye la escritura de memorias, artículos para revistas, columnas periodísticas así como la hechura de trabajos científicos y tesis académicas. El grado es lo de menos, puede ser a nivel licenciatura o corresponder al doctorado. Con todo, los defensores de la escritura fantasma se amparan bajo el opinio iuris, o lo que es lo mismo, la consuetidinariedad. Arguyen que a lo largo de la historia existen suficientes ejemplos como para suponer que se trata de una práctica socialmente aceptada. 

Ahora bien, ¿cuáles son las implicaciones para el consumidor? Muchas, desde luego; valga adelantar la discusión advirtiendo que en pleno apageo de los derechos de autor (la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) reportó en 2022, 9,580 millones de euros por recaudación de derechos a nivel mundial), si el lector del siglo XXI ingresa a una librería y adquiere un libro presuponiendo que la autoría es del firmante, muy posiblemente esté pecando de inocente. El ghostwriting opera bajo gradientes que comienzan en el mero auxilio editorial, pasan por la coatoría y son proclives a terminar en la impostura. Así, es menos que imposible no hacer una lectura ética de este oficio que se inscribe en el seno de la actividad creativa y desafía la noción de autenticidad. El siguiente diálogo hace un zoom-in al ghostwriting, problematizado por una de sus principales figuras fantasmales.

Morbo literario

LF: Andrew, para muchos tu profesión es un misterio. ¿Qué estudiaste, a qué te dedicabas antes de ser escritor fantasma y cómo terminas empeñando tu pluma al servicio de los demás?

AC: Fui escritor desde que salí de la preparatoria. No fui a la universidad. Salí directamente al mundo real. Quería ser escritor. Así que me dediqué a cualquier tipo de escritura que pudiera conseguir. Escribía mi propia obra de ficción, lo que era muy difícil de sobrellevar, y hacía periodismo empresarial, escritura de viajes, escritura de relaciones públicas... Cualquier trabajo que pudiera conseguir. Me debió haber tomado unos diez años para establecerme realmente. Así que, durante ese tiempo, estuve haciendo cualquier tipo de trabajos: laboré en una revista por un tiempo, después para una compañía de relaciones públicas… Tomé todo el trabajo que pude conseguir, sólo para seguir adelante y mantenerme independiente. Y después de diez o quince años, haciendo una entrevista para una revista de negocios en Inglaterra llamada The Director; entrevistaba a un gurú de los negocios, y al final de la sesión dijo: “me comisionaron para escribir algunos libros, pero no tengo tiempo. Si te doy toda la información, ¿podrías escribir tú los libros? Así, tú obtienes el dinero y yo obtendré la gloria”. Entonces pensé: “me parece una muy buena idea”. 

Después de unos momentos de sentirme insultado, pensé que, de hecho, eso era bastante inteligente porque uno de los problemas de la escritura es encontrar buen material y venderlo a las editoriales, y esta persona ya contaba con una editorial, así que no tenía esos problemas. Más bien, tenía toneladas de material en sus archivos, daba ponencias y demás. Así que después pensé: debe haber mucha gente que quiere escribir libros y no tiene la capacidad, porque se necesita práctica para escribir un libro. Y si eres un futbolista, un actor, una celebridad o un político, has estado ocupado haciendo otras cosas. Así que, al igual que cualquier tipo de artesano, como un carpintero, en lugar de hacer un mueble fabuloso y caro, pasar un año trabajándolo y luego tratar de encontrar un cliente, que es lo que ocurre si estás escribiendo una novela, yo iba a tocar las puertas y decía: “soy escritor, ¿necesita que le redacten algún escrito?” Así que coloqué un anuncio en la prensa especializada en editoriales, “escritor fantasma para alquilar”, para que cualquiera que necesitara un escritor supiera a quién llamar. Y a partir de ahí empezó a crecer bastante rápido el negocio. 

LF: ¿No hay ningún riesgo de ninguna naturaleza (legal, social, ético, académico, etc.) en desenmascararse como escritor fantasma? ¿La sociedad no reclama ni protesta?

AC: Bueno, existe un riesgo en ser escritor, morir de hambre... Es un riesgo mayúsculo. Es muy, muy difícil ganarse la vida como escritor. Y en cierto modo, se ha vuelto más difícil ahora. Internet hace que sea más fácil publicar, pero no más fácil ganarse la vida. Porque mucha gente espera no pagar. Los periódicos piden a los periodistas que escriban cosas a cambio de exposición y no por dinero. Así que, desde el punto de vista financiero, ser escritor es una ocupación de muy alto riesgo, pero yo diría que ser escritor fantasma es menos riesgoso desde el punto de vista financiero. 

En ocasiones la gente protesta. Pero sólo si alguien, como un periodista o algo así, les incita a indignarse... Había una chica, una influencer en Internet, que había escrito un libro para sus fans, todas chicas jóvenes. Fue muy honesta, había dicho que había utilizado un escritor fantasma, pero los editores tontamente lo negaron. La prensa expuso el caso. Así que se armó un gran revuelo a partir de que se decía que ella había traicionado a sus seguidores. Pero, en realidad, no creo que los fans hubieran recibido el libro si no hubiera habido un escritor fantasma que la ayudara. 

En ese sentido, no creo que las dificultades legales sean diferentes a las de escribir tu propio libro. Y, de hecho, para el fantasma, puede haber menos porque si, por caso, hay una calumnia en el libro, no es culpa del fantasma, siempre que el autor haya firmado el manuscrito. El autor habría sido el que hizo el comentario calumnioso. Si ha dicho una mentira, de nueva cuenta, es asunto suyo. Por lo tanto, si hay algún tipo de respuesta legal, ésta recaerá sobre los editores y el autor cuyo nombre aparece más grande en el libro, y no sobre el fantasma. La verdad no sé si haya muchos riesgos. Creo que es una forma brillante de ganarse la vida, pero en ese sentido, soy parcial.    

LF: Andrew, ¿existen los contratos en el ejercicio de la escritura fantasma? 
 
AC: A veces tengo contratos con mis autores. Prefiero no hacerlo. Si me lo piden, les digo que no requiero uno. Con un intercambio de correos electrónicos basta, sólo para que recordemos lo acordado, porque a veces, si un libro toma seis meses es difícil recordar lo pactado en un principio. Pero en cuanto se involucran abogados se sugiere una falta de confianza y entre ambos, no tienen por qué demandarse. Sería muy tonto demandar como escritor fantasma, por lo que resulta mucho mejor alejarse. La confianza es lo más importante en la relación entre el autor y el escritor fantasma. Porque quieres que el autor hable contigo tan honesta y abiertamente como lo haría con su abogado, su médico o su contador. Lo que significa que debe saber que verá todo antes de que se publique. Tendrá la última palabra si quiere, aunque no tiene por qué hacerlo. Por lo tanto, depende de él, si hay algo que desea quitar o modificar. Y si no es posible que exista ese tipo de relación, si no existirá esa confianza y esa comodidad del uno con el otro, entonces el proyecto probablemente no vaya a funcionar, por lo que resulta mejor abandonarlo incluso antes de empezar.

LF: ¿Cuál es el perfil de los clientes y cuáles son aquellos que más pagan?

AC: El perfil es enorme. Es decir, todo el mundo ha acudido a mí a lo largo de los años. He hecho de todo, desde ganadores de concursos de talentos en la televisión, que han sido celebridades durante unas semanas, hasta gente que dirige empresas o incluso países. He hecho muchas cosas para gente muy rica de Medio Oriente y África, y lugares así. Y también para las víctimas del tráfico sexual y del abuso de menores, memorias para gente en esos casos, y libros de negocios. Hago absolutamente de todo. 

La parte monetaria es interesante porque cuando empecé, todo mi trabajo arribaba a través de editoriales y agentes. Pero si alguien que ha sido víctima de la trata sexual o vendido como novia infantil viene a mí y no tiene dinero, no tiene sentido cobrar una tarifa, porque no tiene dinero. Nunca se sabe si un libro va a funcionar o no, así que habría sido injusto. Yo solía decir: “dividamos al 50% las ganancias que obtenga el libro”. 

Eso significa que en la mayoría de los libros no ganaba mucho, ya que en general los libros generan muy poco. Pero de vez en cuando, tienes un libro que resultar ser enormemente exitoso, y entonces puedes ganar cientos de miles de libras de las regalías. Ahora no lo hago tanto, trabajo más con honorarios porque el mundo editorial ha cambiado. Las editoriales ya no pagan grandes anticipos por todo tipo de razones técnicas. Pero si miro hacia atrás en estos 30 años, los libros que más pagaron fueron todos aquellos con los que llegué a un acuerdo del 50%, pero también los que menos pagan. Hubo algunos libros en los que hice tres o seis meses de trabajo y no vendimos ni un solo ejemplar, por lo que no ganamos nada. Ahora la mayoría de los fantasmas cobran honorarios y no pueden permitirse trabajar especulativamente. 

LF: Andrew, ¿cómo te haces de clientes en una profesión afincada, fundamentalmente, en las sombras?

AC: Al principio, como he dicho, me anunciaba en la prensa especializada, así que todos mis clientes llegaban a través de editores o agentes, o de alguien que había preguntado a un agente o editor, que conocía a alguien en el negocio, “¿cómo encuentro un escritor fantasma?”. El mío era el único anuncio en el medio. Así que recogí todos esos contactos, era antes del Internet, y no quería recibir cientos de manuscritos del público en general o cartas, así que me concentré únicamente en el sector editorial. 

Una vez que llegó Internet y que tuve un sitio web, y que puedo gestionar el correo electrónico, que es más rápido, mucho más fácil, ya no tuve que hacer publicidad. En parte, porque me establecí y la gente me buscaba en Google muy rápidamente, y en parte porque si la gente buscaba “escritor fantasma” llegaba a mi sitio web inmediatamente porque fui, de nuevo, el primero en hacerlo. Así que recibo dos o tres consultas al día a través de Internet, la mayoría de las cuales, sinceramente, no llegan a nada. No pueden escribirse miles de libros al año. De todo cuanto llega, me encanta escuchar más. Y entonces se suele saber si se quiere saber más y si es posible que sea un éxito, o no será posible escribir un libro. Si no me interesa hacer más preguntas, entonces no va a funcionar, porque si a mí no me interesa, al lector tampoco le interesará. Por lo tanto, todo termina ahí.    

Fantasmagorías

LF: Si en más de un sentido los escritores fantasma operan en las lindes de lo prohibido y permitido, ¿cómo se aseguran de que el cliente pague por sus servicios? 

AC: En mi caso, suelo cobrar por etapas, y me aseguro de que el pago sea siempre justo al principio de cada etapa. Así, por ejemplo, empezamos haciendo una sinopsis y material de muestra para enviar a los editores. Digamos que estoy cotizando 10.000 libras esterlinas por el trabajo, entonces diré: necesito 5.000 por adelantado, y 5.000 una vez que el cliente esté contento con el manuscrito, listo para enviarlo. De este modo, si no les gusta por alguna razón —cosa que aún no ha sucedido, pero supongo que podría suceder—, ya obtuve el primer pago para cubrir mi tiempo. Y si quieren avanzar en el proyecto, en la siguiente fase, pagan la cuota siguiente, y seguimos trabajando. Una vez más, todo se reduce a la comodidad y la confianza. Los clientes tienen que sentirse cómodos de que no se les está estafando. Y yo necesito sentirme cómodo de que voy a recibir el pago por mi trabajo. Así que hay que desarrollar una relación continua y ser razonable en cada etapa. Y en general, no puedo pensar en nadie que no haya pagado.   

LF: ¿Cuánto puede ganar un escritor fantasma?

AC: Varía enormemente porque hay muchos escritores y escritores fantasma con mucha hambre. Un libro, digamos de 80,000 palabras, que es la longitud media de un libro, puede costar entre 30,000 y 100,000 libras esterlinas. Si se trata de un libro de una gran celebridad, entonces podría negociarse más. Pero en general, los famosos tienden a hacer lo contrario, si se trata de un nombre realmente famoso tienden a negociar a la baja porque tienen poder de negociación. Pero a veces se puede ganar más con los derechos de autor. Pero si un escritor fantasma cobra mucho menos de 20,000 libras esterlinas, es cuestionable. Porque, ¿cómo va a hacer tanto trabajo por tan poco dinero? Serán seis meses de trabajo por lo menos. Pero, a veces, si encuentras a alguien que acaba de empezar y realmente quiere hacer el libro, puede que consigas la oferta... Pero un escritor fantasma establecido cobrará entre 30,000 y 100,000 libras. 
 
LF: Desde tu óptica, ¿cuál es el problema ético más común que se le atribuye al ghostwriting?

AC: Creo que la cuestión es la expectativa. Pienso que si un libro ha sido supuestamente escrito por un futbolista o un actor, es razonable suponer que no tienen habilidades para escribir libros y que van a necesitar ayuda. Si está escrito por un experto, por un profesor en una materia, entonces es razonable esperar que sea capaz de escribir sus propios libros o trabajos. Los estudiantes son calificados por su capacidad de comunicación y escritura. Así que, definitivamente, no deberían utilizar escritores fantasma. Pero lo hacen. Sé que hay algunos ghostwriters que escriben tesis para alguien. Pero creo que eso está probablemente, éticamente, más allá de los límites. 

Nadie cuestionará si un académico utiliza estudiantes para investigar, y probablemente nadie cuestionará si utiliza un editor para pulir su prosa al final. Si se trata de una revista o de un libro, seguramente habrá un editor trabajando en él, y la línea que separa a un editor de un escritor fantasma es muy fina. Una edición muy pesada es lo mismo que hará un escritor fantasma. Por lo tanto, creo que tiene que ser principalmente el trabajo del académico. Y si se demuestra lo contrario, supongo que eso arroja dudas sobre la capacidad del académico para hacer su propio trabajo.  

Dinero sucio, creatividad sucia 

LF: Andrew, es sabido que las editoriales están involucradas en el quehacer de la escritura fantasma, ¿por qué y de qué manera?

AC: Ocurre de varias maneras. Creo que un buen ejemplo es el príncipe Harry, que actualmente es noticia porque publicará un libro. Está en las noticias enormemente en este momento. Y mucha gente está interesada en él y es probable que compre un ejemplar. Así que, si el editor tiene algo de prisa, si quiere conseguir un libro suyo antes de que la gente pierda el interés, contrata a un escritor fantasma para él. Porque Harry es un soldado y un miembro de la realeza, no un escritor. Aprender a escribir toma tiempo, y si lo hiciera él mismo, probablemente sería un libro muy soso. Así que inmediatamente buscarán al mejor escritor para que le saque la historia al príncipe y la escriba lo más rápido y profesionalmente posible. Y esto es válido para todas las celebridades: cualquier persona que sea famosa de repente por cualquier motivo, cualquier político, cualquier persona que aparezca en las noticias, que pueda vender algunos libros, lo querrán. 

La otra razón es que puede llegar un manuscrito de alguien a la editorial. Y si creen que el núcleo de la idea es muy bueno, o la historia, si viene de un soldado, por ejemplo, hablando de una experiencia en Irak o Afganistán. Si se trata de una buena historia, pero está muy mal escrita, esa es otra razón para llamar a un escritor profesional para que coja el manuscrito y hable con la persona y lo convierta en un thriller, o lo que quiera el editor. Lo único que desean los editores son libros que vendan muchos ejemplares. Así que utilizarán cualquier cosa que haga que el libro sea mejor desde ese punto de vista.
 
Antiguamente, los editores solían hacer gran parte del trabajo, así que cuando el libro llegaba y estaba muy mal escrito, ellos se encargaban de reescribirlo. Hoy, las editoriales no pagan a sus editores para que lo hagan, están demasiado ocupados en la comercialización, la compra y la venta. Por lo tanto, quieren que los libros lleguen lo más terminados posible, lo más cerca a ser publicado. Así que contratan a escritores fantasma y se libran del problema. Además, a los editores les gusta tratar con escritores fantasma, porque es una relación más profesional y menos personal. Si van a criticar el manuscrito de alguna manera, es mucho menos probable que disgusten al escritor fantasma, que diría: “sí, bien, lo reescribiré. Haré lo que sea”. Mientras que el autor puede tomárselo muy a pecho, sobre todo si se trata de ficción, que es algo muy personal. El escritor fantasma se sentiría mucho menos ofendido personalmente si se le pide que lo cambie.  

LF: De acuerdo con tu experiencia, del 100% de los libros que se publican al año, ¿cuántos calculas que sean escritos por escritores fantasma?

AC: Es difícil saber lo que sucede con todo el mercado porque muchos libros son autopublicados. Por lo tanto, no se sabe quién está realmente involucrado. Diría que de los pocos miles de libros que llegan a las librerías y son revisados, la mitad de los que no son de ficción están escritos por fantasmas o muy editados. Y probablemente, del 10 al 20% de los libros de ficción. Cuanto más comercial sea, más probable es que haya participado un escritor fantasma. Así que, si se trata de un género de thriller o un producto de James Patterson, entonces es posible que esté escrito por un fantasma. Es decir, James Patterson diría “un libro de James Patterson por quien sea”, y con el que hizo con Bill Clinton está muy claro que trabajaron juntos. Y me atrevería a adivinar, aunque no lo sé, que ninguno de los dos realmente tecleó. En realidad, se trata otro escritor en el fondo haciendo el trabajo. Porque, ambos son hombres ocupados, ¿de dónde van a sacar tiempo para teclear un manuscrito largo?  

LF: En la opinión de algunos, dentro del negocio de la escritura fantasma, es el público el que acaba perdiendo, ya que existe una falta de transparencia. ¿No constituye un fraude para ellos?

AC: Creo que no es totalmente honesto, no es totalmente transparente, pero no creo que sea un fraude, porque pienso que hoy la gente entiende. Si lo piensan, es poco probable que tal hombre o mujer se hayan sentado a escribir un libro entero. Saben, por ejemplo, que los políticos no escriben sus propios discursos. Pero eso no significa que no piensen que lo que dice el político es lo que creen en general. Y el redactor de discursos no se siente molesto porque no sea él quien sea votado para ser presidente, aunque hayan sido sus palabras las que inclinaran el voto. Y el hecho de que, después de haber sido expuesto por no haber escrito el libro sigan votando a alguien para que sea presidente, sugiere que al público no le importa en absoluto quién escribió un libro realmente. Creo que, en general, la honestidad es la mejor política, pero no necesariamente la mejor política si quieres ser presidente.      

Plurarlismo moral


LF: Supongo que como en cualquier trabajo, hay una ética en la práctica del escritor fantasma. De ser así, ¿cuál es?

AC: Creo que la ética es personal en cada situación. Es decir, alguien que es muy de derecha, probablemente no querría hacer un libro para alguien que es muy de izquierda y viceversa. Un gran número de escritores en Estados Unidos no tocaría un libro de Donald Trump, por ejemplo, o de Rudy Giuliani, por sus propias razones personales. Y muchos editores tampoco. Eso no significa que no deban escribirse esos libros, sino que deben ser escritos por alguien que comparta la misma corriente que los autores. 

Esto regresa al punto de que los autores y escritores fantasma busquen sentirse cómodos y confíen en sus contratantes. Si estás en discordia y discutiendo con ellos... Si estás intentando hacer un libro con Donald Trump, y eres de la izquierda del espectro político, querrás desafiar casi cada idea que exprese. Y esa no es una buena relación para un escritor fantasma. Un escritor fantasma está ahí para sacar más información de alguien, no para desafiarlo, como podría hacer un periodista. Porque si discutes enmudecerán, y entonces no obtendrás ningún libro. Es una cuestión de ética personal, por lo que un escritor palestino no querría hacer un libro para un israelí, probablemente, porque no querrá discutir sobre todo y viceversa. 

Lo mismo ocurrirá con casi todo el mundo. Probablemente hay algunos delitos sociales, por ejemplo, el abuso de menores: nunca querrías argumentar un libro a favor de alguien que abuse de los niños. Un escritor fantasma se encuentra en una posición muy parecida a la de un abogado que defiende el caso de un cliente en un tribunal. Para lo que se le contrata es para que cuente la historia por ellos, de forma mucho más elocuente de lo que ellos mismos son capaces de hacer. Incluso si el defensor no cree necesariamente cada palabra que ha dicho el defendido. Un abogado defensor puede realmente sospechar que el cliente es culpable, pero su trabajo es presentar esa historia de forma convincente, y luego es el jurado quien decide si es culpable o no. El trabajo del escritor fantasma, de nuevo, es presentar la historia, y luego son los críticos y los lectores quienes deben decidir si es cierta o no. 

Tomemos de nueva cuenta el ejemplo del príncipe Harry; la mitad de la población que lea el libro dirá que es una absoluta basura, que todo son relaciones públicas y que es un sinsentido, y la otra mitad dirá que es un buen chico, que ha sido muy abierto y honesto. Pero eso es perfectamente válido. Así que creo que cada fantasma debe decidir dónde están sus propias barreras y gustos.   

LF: Andrew, no todos los tipos de ghostwriting son iguales, dentro del amplio catálogo, ¿hay algún tipo de escritura fantasma que resulte reprobable?

AC: Yo creo que sólo ese ejemplo de escribir tesis para estudiantes o solicitudes de empleo, probablemente tampoco deberías hacerlo..., pero, ¿quién no ha ayudado a sus hijos con una solicitud de empleo? Todo el mundo lo hace. No sé, se reduce a la moral personal. Hay un amplio abanico de cuánto se ha necesitado del ghosting; a veces se parte de absolutamente nada, sólo se tiene una grabadora. Igual que un periodista, te sientas con el cliente y te lo cuentan todo y tú te vas a escribirlo y ellos no hacen nada más. En otros casos, el cliente puede escribir un primer borrador o un esquema, algo así, y tú vas rescribiendo, ampliando, editando y cosas por el estilo. Así que hay una gran variedad de actividades que hace un escritor fantasma. 

Creo que siempre es mejor que el fantasma se mencione en alguna parte del libro. En la portada dice “por Michelle Obama” y luego, en los agradecimientos, le da las gracias al periodista que la ayuda. El príncipe Harry ha sido muy abierto, y la mayoría de las celebridades son muy abiertas sobre el hecho de que no escribieron sus libros ellos mismos. Y no he notado que el público haga realmente un escándalo. Hace poco escribí un libro para un sudafricano, y se convirtió en el número uno de un libro de un sudafricano, y todo el mundo le habla de su libro. Tiene mi nombre en la portada, claramente, pero todo el mundo habla de su libro, y está bien. Nadie parece tener un problema con eso, y pueden ver muy claramente que tuvo ayuda, porque el inglés es su segunda o tercera lengua. Así que, obviamente, necesitó ayuda. 

Sobre el autor: Luis Felipe Ferra es Licenciado en Comunicación por la IBERO; Maestro en Humanidades por el Instituto Cultural Helénico; Maestro en Gestión de Arte y Cultura por la Universidad de Melbourne; y Maestro en Cine por la Universidad Queen’s de Belfast. Ha trabajado para agencias de publicidad como Publicis, Olabuenaga-Chemistri y Central Buzz. Es cofundador de la productora cultural Polytropos AC y director de la serie de Tv, Nota Dominante. Actualmente cursa un PhD en RMIT, en la ciudad de Melbourne, Australia.
 

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