La situación de las PyMEs frente al COVID-19
Por Ana Laura Solano
Detrás de los miedos, hay un mundo de posibilidades inexploradas.
La crisis generalizada que trajo la Pandemia por el COVID-19, muestra aquéllos vacíos en procesos y maneras de hacer las cosas, que funcionaban para las demandas del contexto de ese momento, pero no ya para el presente.
Y, no es que hablemos de un pasado lejano, porque, tan sólo en unos meses, el mundo dio un giro de 180° para muchos de los negocios. Esto conlleva cambios, aprendizaje y acción. Un antes y un después. Las empresas más grandes contaban con mayores elementos para hacer frente a una situación como la que enfrentamos, pero no siempre sucede lo mismo con las PyMEs.
Las PyMEs se vieron obligadas a digitalizarse con la llegada del COVID-19, dependiendo de ello su supervivencia. Con ello, el comercio electrónico se ha convertido en algo necesario para la venta de los productos, y la adquisición de los mismos.
Entonces, la actualización - renovación debe formar parte del ADN de las PyMEs, y emprendedores, que desean sobrevivir a las circunstancias actuales y futuras.
La estrategia que utilicen creará la diferencia; parte de lo que podrían hacer es buscar ejemplos inspiradores en su entorno y adoptar prácticas que se ajusten a su tipo de negocio. Sin duda, hay muchos; uno de ellos, es la campaña que creó Mastercard con el nombre “Sin contacto, pero unidos”, que busca brindar tranquilidad a los usuarios al momento de realizar sus compras electrónicas, así como reforzar la experiencia de usuario, cuestión que no debe ser olvidada por ninguna marca.
La experiencia de usuario implica, que desde principio a fin, el usuario sepa que está en el lugar correcto, y tenga la confianza de que el producto o servicio que se le ofrece cubre sus necesidades y/o expectativas. Entonces, no consume solo un producto o un servicio, sino una experiencia que lo lleva a sentirse identificado con la marca, por los beneficios que encuentra en ella desde el primer acercamiento.
Además, parte de esta experiencia de usuario, implica retomar la empatía, y en momentos como éste, muchas marcas lo están haciendo. Para aquéllas que ya lo llevaban a la práctica, no resultará una novedad, pero tal vez lo sea para aquéllos pequeños o medianos negocios que comienzan a entender a su público, y al mundo del marketing digital. Lograr esto implica una búsqueda constante de cómo poder mejorar los servicios y ver las prácticas positivas de las empresas exitosas.
Además, romper barreras: sólo de conocimiento, también emocionales. Aceptar, entender y adentrarse en el mundo digital podría ser la diferencia entre salir a flote o perderse al intentar regresar a una “normalidad” inexistente después de la Pandemia.